Amado entrenador.

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Seungmin admiró desde pequeño el beisbol, y claro que cuando tuvo la oportunidad de estar en el equipo más famoso de la ciudad, no la dejó pasar. Su sueño siempre había sido convertirse en uno de esos jugadores que conseguían desde medallas hasta todo tipo de premios. Amaba ese deporte como si lo hubiera jugado desde el primer día de su vida.

Le fascinaba la idea de estar en un campo, rodeado de aficionados animando y verse a si mismo como alguien querido por los demás. No obstante, el trabajo físico a veces lo terminaba derrotando al completo. Y ahí es donde entra Bang Chan, su tan querido entrenador, quien lo animaba con unas "sesiones extra" como esa misma tarde en los vestuarios.

Como el castaño solía hacer, esperó a que todos los demás compañeros salieran para poder tener el tan ansiado encuentro con su entrenador. Ese día parecía anhelarlo como nunca. Estaba impaciente por desquitar su estrés en el mayor. Todos los estudios y la presión que sentía por asistir a los entrenamientos. Porque, sin embargo, él seguía teniendo tan solo 17 años.

Ahora estaba sentado en unos banquitos, jugando con la fina tela de sus cortos y sintéticos pantalones. Sus muslos parecían más gorditos al estar en esa posición, lo que le hacía sonreír un poco. Estuvo así durante unos minutos hasta que percibió la puerta abrirse, dejando ver a un Bang Chan posiblemente enfadado. Por un momento el más joven quiso salir corriendo de ahí pero el contrario ya se acercaba mientras bufaba, mirando al suelo con sus manos dentro de los bolsillos laterales del chándal que llevaba puesto.

Sin que nadie dijera nada, se sentó a su lado, apoyando su cálida mano en el suave y medio descubierto muslo de Seungmin, el cual se tensó al completo al sentir las ásperas pero a la misma vez afectivas caricias de él. Estaba a punto de preguntar que demonios pasaba hasta que escuchó la voz irritada de su entrenador, haciéndolo casi temblar del sobresalto.

--Ayer por la tarde. ¿Con quién estabas? --Preguntó, ahora girando su mirada hacia el menor quien se estremeció bajo el frío semblante de éste. ¿Estaría celoso? Aunque tampoco tendría razones. Era su vida personal y cabía recalcar que no le convenía darle órdenes sobre lo que tenía que hacer o no a Seungmin, además de que le molestaba que la gente intentara tomar el control de él, Bang Chan seguía siendo mayor y podía utilizarlo en su contra cuando quisiera.

Pero no tuvo otra cosa que decírselo. Por lo que le habían contado, cuando el entrenador estaba enfadado la única opción que podía tener era hacerle caso a todo lo que dijera y responder a cualquier pregunta. Eso no significaba que al castaño lo intimidaba con esos rumores. En absoluto. Únicamente quería mantenerse lejos de discusiones y cosas similares.

--Fui a por un helado con Changbin. ¿Por qué? --Terminó diciendo, haciéndose el tonto y siendo lo más sincero posible. Él ya sabía que Bang Chan estaba celoso a más no poder. Se notaba a kilómetros. Pero iba a dejar las sospechas a un lado. No se arriesgaría a enfadarlo. Lo que realmente no se esperó, fue como reaccionó el rubio apenas escuchó las palabras salidas de la boquita del menor.

--Ah, está bien. --Y con esto se levantó de su lado, retirando su mano de su muslo para dirigirla a unos mechones rubios de su cabellos los cuales acomodó. Le dedicó una última mirada mientras se quedaba frente a él, sin añadir nada más hasta después de unos segundos. --Date prisa en irte. No quiero que te pillen aquí dentro, mañana nos veremos o en el próximo entrenamiento. --

Sin dejar decir nada a Seungmin, se inclinó y besó dulce pero apasionadamente sus labios, separándose tras unos diminutos segundos. Seguidamente caminó hasta la puerta para abrirla y por fin salir de los vestuarios, dejando al castaño confundido y sin su "sesión extra" que tenía siempre que decidían verse. ¿Qué le pasaba? ¿Por qué en vez de haberse enfadado se había marchado sin más?

My coach  |  ChanminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora