pues entre el llanto que el dolor vertía,
el corazón deshecho destilaba
Yuuji no fue capaz de entenderlo entonces, y tampoco lo consiguió esta vez. La primera vez había sido en aquella ocasión en que se enfrentó a Mahito para salvar a Junpei, esa maldita vez en la que Sukuna desistió de ayudarlo porque le pareció infinitamente mejor burlarse de él que matar a esa insignificante maldición que se había atrevido a querer usarlo. Yuuji no pudo comprenderlo, no importaba cuánto lo pensara.
Por mucho que sea el rey de las maldiciones, se dijo, no, precisamente por eso... No debería haber permitido que esa maldición inferior se saliera con la suya. Entonces... ¿Por qué? ¿Por qué eligió ponerse de su lado? ¿Había sido realmente ingenuo al pensar que Sukuna lo ayudaría llegado el momento? ¿Había sido así de absurdo querer salvar a Junpei?
Yuuji no pudo dormir esa noche ni las que le sucedieron sin pensar en Junpei. Su rostro suplicando ayuda, su alma apagándose por el mero egoísmo de dos monstruos, su sonrisa cada vez más difusa... las pesadillas que siguieron después son algo de lo que no quiere hablar. Pero sabe, de alguna manera, que el causante de ellas es Sukuna, quien pretende torturarlo con la imagen de Junpei odiándolo por no poder salvarlo.
Qué imbécil, se dice siempre, no hace falta que cree pesadillas... con las que tengo por mi cuenta tengo más que suficiente.
Su relación con Sukuna luego de eso era, en su mayoría, nula, lo ignoraba siempre que escuchaba su fastidiosa voz murmurar en el fondo de su cerebro, sin importar cuánto tratara de convencerlo con tratos. Simplemente fue así que llegó a ese punto en el que ni siquiera prestaba atención a sus palabras hasta que...
Voy a matar a tu patético profesor si no me contestas.
Yuuji se detuvo en seco, Gojo, a su lado, lo miró con ojos inquisitivos escondidos tras sus lentes.
"Profe", Yuuji volvió a ignorar a la maldición, "¿Si tuvieras que enfrentarte a Sukuna le ganarías?"
"Creo que ya he respondido esa pregunta una vez, Yuuji", Gojo le dijo, sonriente. Tan confiado como siempre, incluso si otras personas podían considerarlo demasiado engreído. Pero Yuuji lo sabía mejor, Gojo no decía cosas en vano.
"¿Y si recupera todo su poder?", insistió. Yuuji confiaba en Gojo con su vida, pero tenía miedo. Miedo de seguir perdiendo seres queridos sin que nada cambie, de no ser capaz de salvar personas porque simplemente es muy débil. Tenía terror a no poder cumplir con la promesa que le hizo a su abuelo, la idea de que por ser tan débil iba a morir solo, sin nadie que llore su muerte, era algo que no le dejaba dormir.
"Tal vez me ocasione unos problemitas pero podría vencerlo", le respondió, su mano estaba colocada sobre su mentón en una clara señal de que se lo estaba imaginando. "Después de todo...".
"Eres el más fuerte, lo sé", respondió Yuuji, riendo por la expresión ofendida de Gojo.
"Me gustaría que me dejaras decirlo, es mi marca registrada".
Y luego Yuuji olvidó las palabras del rey de las maldiciones, demasiado enfocado en todo lo que estaba sucediendo. Ya ni siquiera pensaba en2 Sukuna, no cuando había cosas más importantes con las que lidiar, pero entonces... Gojo fue sellado y luego todo fue en debacle.
Como si Sukuna quisiera recordarle la magnitud de su poder, el dominio que tenía sobre él, incluso si Yuuji podía resistir un poco su alma, había controlado su cuerpo para mancharle las manos de sangre. Tantas personas inocentes que murieron por su culpa, por su incapacidad, porque no pudo controlar a Sukuna.
Te dije que me contestaras ¿o no?
Yuuji se secó las lágrimas, se limpió sus manos manchadas de rojo y se puso en marcha con sus compañeros. No importa, se dijo, sé que Gojo-sensei volverá y salvará a todos... Incluso si yo muero, puedo confiar en él.
Pero ni siquiera su fe ciega le sirvió de mucho, porque Sukuna se había obsesionado con él y se había decidido a arrebatarle todo, tomando primero posesión del cuerpo de Megumi, utilizándolo para matar a su propia hermana, destrozando así el alma tan amable y frágil de su querido amigo.
"¡Basta!", gritó, "¿Qué demonios quieres de mí? ¿Por qué todo lo que quiero tiene que ser destruido por tus asquerosas manos?".
"No lo entiendes, mocoso, ni lo entenderías", le respondió con la voz de Megumi distorsionada y perdida en la bruma de esa repugnante maldición.
No, claro que no lo entendía, no lo hizo en ese entonces, mucho menos lo entendería ahora. ¿Qué quería demostrarle Sukuna? Más importante, si lo despreciaba tanto, si lo detestaba al punto en que prefirió cambiar a, según sus propias palabras, "un mejor recipiente", ¿Por qué todavía no lo había matado?
"¿Por qué no me has matado aún?", susurró con voz quebrada, "Si tanto me desprecias, esa sería la mejor decisión".
"¿Aún?", Sukuna se rio, "Matarte no estuvo en mis planes antes y no lo estará en un futuro próximo".
"¿Por qué?", Yuuji se desesperó.
"Ya lo descubrirás, ten paciencia".
Yuuji no lo descubrió, ni siquiera cuando se lo había hecho saber con acciones y, posteriormente, con palabras igual de desesperadas que él.
Cuando Gojo fue liberado, Yuuji sintió como su esperanza crecía en oleadas. Tal vez no debería ser así de débil, al punto de confiar en alguien más para acabar con Sukuna, pero Gojo era todo lo que le quedaba ahora, y confiar era lo único que él podía hacer.
"Profe", Yuuji palmeó su espalda, denotando en esa acción toda su confianza, su apoyo, su gratitud, "Estaré esperando".
"Volveré", le respondió con la misma sonrisa confiada de siempre.
Yuuji confió y esperó, pero Gojo había perdido.
"Tú dijiste que volverías", Yuuji sollozó, sosteniendo como podía el cuerpo de su querido maestro, "Dijiste que eras el más fuerte... ¿No fue así?".
Sukuna había hablado, diciéndole cosas que no pudo comprender entre tanto dolor, entre lágrimas, entre la auténtica desesperación que lo desbordó cuando se supo completamente solo.
"Te digo que hice todo esto por ti, mocoso, ¿Por qué no me escuchas?", Sukuna rugió, desesperado por conseguir que Yuuji escuchara una sola palabra que dijera, "Ya me deshice de esas patéticas distracciones, ¿Qué no entiendes?".
Yuuji no pudo entender. Si Sukuna podía sentir algo remotamente parecido al amor, si eso significaba que, de alguna manera retorcida, lo quería... ¿Por qué tuvo que quitarle a sus seres queridos para demostrarlo?
"No... Nunca voy a entenderte, porque te odio, Sukuna", Yuuji gritó, totalmente desconsolado. Querer no se suponía que debía ser así.

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Flores [SukuIta]
FanfictionEl lazo que los une es difícil de explicar a cualquiera que no lo comparta. Bueno, en sí Sukuna es realmente complicado de entender.