𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 4

45 36 5
                                    

                          𝐔𝐧𝐚 𝐜𝐚𝐣𝐢𝐭𝐚 𝐝𝐞 𝐜𝐫𝐢𝐬𝐭𝐚𝐥.

    

    Luego de enfrentar a uno de mis demonios

  𝐴𝑠𝑖 𝑙𝑒𝑠 𝑑𝑖𝑔𝑜

    Todo iba mejorando, incluso empecé a fortalecer un poco mas mi relacion de madre e hija

   Salgo de mis pensamientos, para concentrarme en mi madre quien me esta hablando desde hace un buen rato

    –Oye, Emma, tu hermano tiene un partido de futbol este fin de semana y estaba pensando, que como ni tu padre ni yo no podemos ir... Deberias ir tu– dice mi madre, mientras yo le escucho con atención–¿que dices?

    –Umm, no suena tan mal– digo analizando un poco–esta bien, ire

    –Bien le dire a tu hermano, gracias querida– dice mi madre mientras me dedica una hermosa sonrisa

    Bien ahora tengo que hacerme la idea de voy a estar en un espacio grande, abierta a la posibilidad de que hallan muchísimas personas

     𝑌 𝑎 𝑞𝑢𝑒 𝑝𝑜𝑑𝑒𝑚𝑜𝑠 𝑡𝑒𝑛𝑒𝑟 𝑢𝑛 𝑎𝑡𝑎𝑞𝑢𝑒 𝑑𝑒 𝑝𝑎𝑛𝑖𝑐𝑜...

    No quiero pensar en eso
 
     𝑌𝑎 𝑠𝑎𝑏𝑒𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑠𝑜 𝑒𝑠 𝑢𝑛𝑎 𝑝𝑜𝑠𝑖𝑏𝑖𝑙𝑖𝑑𝑎𝑑

     Cuando sera el día que me ayudes, en vez de estarme recordando todo lo malo que pasa conmigo

     𝑃𝑎𝑟𝑎 𝑒𝑠𝑜 𝑡𝑒𝑛𝑑𝑟𝑖𝑎𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑐𝑜𝑚𝑝𝑟𝑎𝑟 𝑢𝑛 𝑠𝑢𝑏𝑐𝑜𝑛𝑐𝑖𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑛𝑢𝑒𝑣𝑜, 𝑞𝑢𝑒 𝒉𝑎𝑔𝑎 𝑙𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑡𝑢 𝑙𝑒 𝑜𝑟𝑑𝑒𝑛𝑒𝑠

     Vete a dormir

      𝐵𝑖𝑒𝑛 𝑑𝑒𝑠𝑝𝑢𝑒́𝑠 𝑛𝑜 𝑚𝑜𝑙𝑒𝑠𝑡𝑒𝑠...

  
     Uff esas conversaciones con mi subconsciente me hacen perder la nocion del tiempo

⬥⬥⬥

     Pasaron algunos días, llego el fin de semana, llevo toda la semana esperando esto, en especial porque hice una apuesta con mi hermano mayor a que mi hermano menor pierde el partido... Y pues ya quiero conmigo a esos diez dolares

       Me encontraba en las gradas del campo de futbol, junto con una multitud de personas que no conozco, tratando de tomarme esto a la ligera, no quiero que me de un ataque de panico aqui, la terapia de respiracion esta brindando frutos

   Ufff me siento bien...

      Pasan los dos tiempos del partido y el equipo de mi hermanito, Andrew, pierde.  Busco a mi hermano mayor con la mirada hasta que lo ubico, me acerco a el para reclamar mi premio, con una cara de agrandada, casi les puedo jurar que me sentia elevada

     –¡Holaaa! ¡Querido, hermanoteee!– digo tratando de que borre esa cara de mal perdedor–a ver, chiqui, paga–le extiendo mi mano y veo como él, casi que molesto, me extiende los diez dolares– bien, a mi me encanta la gente como tu, buena paga

     –y a mi me encantaria no pagarte- dice siseando entre dientes–pero ya que ganaste, vamos para que pagues la ronda

   Lo miro entrecerrando los ojos

   –ya sabia yo, que tanto amor era por algo– empiezo a caminar–pero bueno, anda vamos y te compro lo que quieras

   – y siempre me salgo con la mia– no me volteo pero puedo jurar que esta sonriendo el muy menso

Mi propia historia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora