Lovesick

Sueños y dudas

No podía evitar tener la mirada perdida en el cielo donde segundos antes se habían tele transportado Pai y Taruto con un Kisshu inconsciente en sus brazos por la pérdida de sangre, mi cabeza estaba atrapada en los recuerdos que tenía con él, desde la primera vez que lo vi y me robó un beso, todas las batallas en donde buscaba convencerme para que se vaya con él, recordé lo preocupado que estaba la vez que yo salté al árbol contaminado para intentar purificarlo con mi poder, nunca reparé en el hecho de que él en ese momento quería salvarme, no quería hacerme daño, incluso cuando invoca sus sais de dragón teniendo ventaja sobre mi, siempre se detenía en el último momento... jamás me hizo daño de forma grave.

- ¿Ichigo? – ¿Estas bien?

La voz de Zakuro me hizo regresar a la realidad, teníamos que regresar, seguro Ryou y Keiichiro estaban preocupados por nosotras.

- Sí, tenemos que irnos. – me dí vuelta hacia las chicas y les dediqué una sonrisa - Me alegro que estén bien –

- Ichigo...- dijo casi en un susurro Lettuce – Tu traje...está lleno de sangre...-

- ¿Eh? –

Al bajar la mirada me asusté con lo que me encontré, mi traje rosa brillante tenía una mancha considerable de la sangre de Kisshu, nunca me di cuenta de la gravedad de su herida, ni cuando ocurrió en la batalla de navidad, ni ahora cuando me despertó. Lo mejor era volver a ser humana, me quito el medallón y mi transformación de Mew mew desapareció al instante, estoy temblando, jamás pensé que se vería involucrada en una guerra, mucho menos una guerra con aliens... estoy agotada.

El regreso hacia el café fue silencioso, incluso Pudding quien era la más energética de todas en ese momento estaba callada y con la mirada triste, sé que ninguna quería admitirlo, pero se sentían mal por lo que paso, todas tenían dudas, incluso Zakuro, que siempre parece tener las respuestas a todos los problemas, estaba con un aire lúgubre. Ryou se tranquilizó al ver que todas estábamos bien y Akasaka nos dijo que hornearía un pastel para celebrarlo, todas parecieron animarse un poco al escuchar la noticia ya que los postres de Akasaka parecían ser mágicos, siempre te sentías bien al comer uno de ellos.

Yo por mi parte me quedé solo un rato y luego entré a la cocina para pedirle a Akasaka si podía poner mi porción en una cajita para llevar, realmente no tenía ganas de estar ahí en ese momento, solo pensaba en poder llegar a casa y darme un buen baño con agua caliente, así que con la excusa de estar simplemente cansada por la batalla me fui a mi casa, a pesar de la hora decidí irme caminando, disfrutando así un poco del frío del invierno y de la luz de la luna. Al llegar a casa me dí cuenta que no había nadie, mis padres habían salido por el fin de semana a casa de mi abuela para hacerle visita y cuidarla, me pareció perfecto ya que no tenía ganas de explicar por qué llegaba tan tarde y tenía cara de pocos amigos, ni siquiera quería comer, así que guardé mi porción de pastel de chocolate en la nevera y me dispuse a subir a mi habitación para poder quitarme la ropa y darme ese baño tan anhelado, el agua caliente relajo cada uno de mis músculos haciendo que poco a poco empezara a sentir pesados mis parpados, estar sumergida en la tina definitivamente era como estar en el paraíso en estos momentos para mi. Podía sentir como la tensión mi cuerpo desaparecía y podía ver con claridad algunos rasguños que tenía.. menos mal que mis padres no están... 

Sin darme cuenta me quedé dormida ahí en la tina.

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- ¿Por qué me empeño en proteger a alguien que no siente lo mismo por mi?... ¿Por qué me enamoré del enemigo? Mi trabajo era destruirla, no amarla.