Después del baile y de una larga y apasionante noche entre los esposo el amanecer los despierta o bueno solo a benedict quien despertó con una bella imagen.
Su esposa rosy, su piel blanca con un toque sonrojado en las mejillas y su suave cabello que está alborotado por toda la pasión que se entregaron anoche. Imagen que vale mucho más que simples obras de arte.
Benedict se levantó con cuidado de no despertarla y fue en búsqueda del desayuno y para ordenar un baño caliente y especial para los dos.
Rosy despertó con los rayos de luz que atraviesa las cortinas llegando a su delicado rostro.
Estiró su cuerpo en la gran cama y palmeo el lado donde supuestamente estaria su esposo, pero vaya sorpresa que no lo encontró.
Al levantarse, se dispuso a buscarlo por la habitación y también por la ha habitación de sus bebés. Sonrió al verlos tan tiernos
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Les acaricia sus gordas mejillas, esta tan concentrada que no se da cuenta que su esposo la está observando desde el marco de la puerta.
Rosy se gira para encararlo.
Rosy: cuanto llevas ahí?
Benedict: lo suficiente para saber que soy muy afortunado de tenerlos a los tres.
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