Capitulo 2: Mal tercio.
Algo que sabía muy bien de sí misma, era que si intuía algo, era porque realmente estaba sucediendo algo.
Aún así fuese en el peor momento de la situación.
Y algo que llevaba intuyendo, para no decir observado de manera descarada, era la clara atracción de Angeline hacia Harold… su ex, el cuál le caía, refiriéndose a su persona de la manera más educada posible, como la más oscura y asquerosa mierda que pueda existir.
Pero Opra no se consideraba alguien celosa.
"—¿Yoo?... ¿celosa? ¡nunca! me sé controlar bastante bien. — Le decía a una confundidaCarla, quién le había estado hablando de su día."
Si alguien tenía una idea opositora, con gusto la esperaría afuera con un lindo palo rosado adornado de tiernos clavos.
"La gente debe aceptar que los celos sólo son una breve e impulsiva visión de sus inseguridades." Siempre se repetía aquello con una sonrisa descarada mirando su reflejo a través de un espejo.
Pero volviendo al irónico presente, una chica de tez morena descansaba en su asiento mientras sentía sus uñas traspasar debajo de la mesa, no quitaba un solo ojo de la pareja que se encontraba en la esquina de las primeras mesas.
— ¿Y a ésta que bicho le picó? — Bramó Andrés, con atisbos de burla. Enseguida un pequeño golpe en su brazo llamó su atención, provocando un sonido de queja de parte de el chico de cabellos castaños oscurecidos.
— Déjala, está con sus cinco minutos. — Contestó Stephanie acompañada de un suspiro, mientras apoyaba su cabeza en el hombro de Lucas, todos sabían que aquellos tortolos llevaban un buen tiempo saliendo, nadie se sorprendió la verdad.
Y de un segundo a otro, todo el cúmulo de amigos se encontraba observando a la misma dirección, donde se hallaban Angeline y su— al parecer.— nuevo amigo, Harold Rodríguez.
— ¿Y qué tal todo? ¿dormiste bien? — Preguntaba con interés Angeline.
— Mmh, bien… ¿cómo estás tú, perra disociada? — Bromeó de manera fría, mientras entre sus dedos, jugaba con un alfiler.
Y por detrás, había una pequeña silueta que con una cara de desagrado mientras rechinaba sus dientes como perra con rabia.
— ¡Opraa! dale, deja de ver eso y vamos-a-caminaar. — Vasilando en la frase, ánimo con felicidad su amiga; Samantha, para finalizar por tomar uno de sus brazos y llevársela junto a Stephanie y Carla. Pero la morena daba a conocer una cara que decía que vomitaria serpientes en segundos.
“No soy celosa ni le deseo el mal pero, ojalá lo atropelle un auto, y ojalá ser yo quién conduzca ese auto." Pensó.
La pareja había desaparecido de su visión, por lo que sus ojos quedaron en el aire.
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Limerencia.
Romance"Opra es conocida por ser una joven emocional y entregada, pero su corazón guarda un secreto profundo que solo su amiga Angeline puede intuir. Mientras Opra se enamora en silencio, su amistad florece en un terreno misterioso, donde sentimientos ocul...