En la sombra de un engaño

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Viernes once de octubre

No te conozco

Los relámpagos destellan en el cielo negro mientras miro por la ventana de mi habitación, divagando sobre lo que sucedió ayer. Mi hermano se ha marchado con Andrés, así que estoy sola.

Visto mi pijama y permanezco acostada, sumergida en las sábanas níveas de mi cama. Aunque suene loco, he intentado dormir desde hace rato, pero me resulta imposible. Esa cabeza decapitada, fruto de mi imaginación, me perturba tanto que no puedo pegar un ojo por el miedo.

Hola, Emily.

Un mensaje de texto llega y la pantalla del móvil me ilumina en la oscuridad.

¿Es Andrés? Uno de nuestros amigos.

Me frunzo al ver el mensaje y las cinco llamadas perdidas de Andrés. ¿Tantas llamadas? ¿Algo malo pasa? Por un momento pensé que, si no eran mis padres, sería Annie o Videl que es demasiado distraída para preguntarme de nuevo sobre el reto del beso, como hizo Annie durante todo el camino de la feria a casa.

Yo: ¿Qué pasa, Andrés? ¿Todo está bien?

¿Pasa algo con Leo? ¿Leo, has hecho algo muy malo? Ambos están juntos. ¿Le habrán hecho algo grave a Leo? Me preocupo.

No, nada está bien. No puedo olvidarte. Estás en mi cabeza, siempre presente. Me vuelves loco con todo lo que me haces sentir. No sé qué me hiciste, pero me tienes en un frenesí cada segundo. Eres una pequeña pesadilla que no puedo quitarme de encima.

¿Cómo así?

Sé que soy amable, gentil, con buenos gustos cinematográficos, tierna y bonita, pero... permanezco en silencio, con los ojos abiertos como platos. Presto atención a la burbuja del mensaje que alguien jamás me ha escrito, y menos Andrés, el chico que se traga los sentimientos. Lo bueno de todo esto es que Leo está bien.

Si querías elogiarme, gracias. Y si estás colocado, ve a molestar a Videl; a ella le pareces algo... atractivo.

Me muerdo el labio y luego me lo chupo nerviosa. Recuerdo que Videl me prohibió hablar de sus conquistas. Antes de que me revuelque en la cama por el error, chismoso, cae otro mensaje:

Sigue contándome.

¿No pasa nada si le digo? Bueno, Andrés no es tan chismoso como para contarle a ella que yo lo revelé. Además, no puedo resistir la tentación de comentarle que:

No le digas al malhumorado, pero a ella solo le parece atractivo Leo. Pero bueno, ni modo, así es la vida.

Sigo chupándome el labio inferior atenta al teléfono:

Muero por chupar ese labio

Parpadeo rápido, sin entender a que se refiere y dejo de juguetear con mis labios.

¿A qué te refieres, Andrés?

De inmediato, observo las conversaciones que tuve con Andrés en días anteriores, y él no parece el mismo. La droga. Segurísima, afirmo que, inhalo cocaína. Como dice mi mamá: «los jóvenes de hoy en día».

Me da igual y vuelvo a chuparme el labio.

Bueno, como te contaba: a Videl le parece guapísimo Leo. Si no te has dado cuenta, tú no le pareces atractivo. Busca por otro lado y encuentras a alguien que te ame por lo que eres.

DESCONOCIDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora