L.

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El dormitorio, blanco, en sus cuatro paredes y techo; el colchón [como si alguien lo hubiera olvidado en una mudanza] tirado en el suelo.
La ventana dejaba entrar la luz de la mañana. Una mañana de invierno lluviosa, gris y puede que triste.
Vos dormías. Yo estaba despierta. Me había sentado, abrazando mis rodillas. La sábana rodeaba tu cuerpo de la cintura para abajo y yo tenía la vista perfecta de toda tu espalda.

Entonces los vi.
Uno.
Dos.
Tres.
Cuatro...
Lunares decoraban tu pálida piel.

Y fui creando. Mas no hice constelaciones. No hice universos, y mucho menos dibujos con ellos.
Yo decidí crear un mapa con tu piel.

Mis dedos te viajaban.

Te despertaste y me acercaste a vos. Colocaste el mentón sobre mi cabeza y me abrazaste.
Y finalmente tuve que dejar de andar.

las palabras que quisieron ser dedicadas pero que fueron olvidadas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora