Flores y regalos

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Tanjiro por undécima vez miró su peinado en el reflejo de su celular y maldijo interiormente la poca función de su champú mientras acomodaba un mechón rebelde.

Ese día se reuniría por fin con una muy buena amiga con quien había estado hablando bastante. Bueno, hablado y dialogado. Es decir, coqueteado.

Más que amiga, una casi-novia.

Y eso, justamente eso era lo que más le movía las tripas.

¡Nunca había tenido novia, y la joven con quien se trataba ahora era lo más cercano a una!

No quería echar a perder su oportunidad.

Él daría lo mejor.

—Hola.

El saludo llegó tan de repente que del susto se dio un fuerte golpe contra la pared que tenía detrás y por echar rápido el celular al bolsillo, este pasó de largo hasta el piso.

Por un momento no supo si sobarse la cabeza, o agacharse a recoger el celular.

Tan pronto decidió, se agachó, guardó su celular y miró con una avergonzada sonrisa a la joven frente a él.

—Tsuyuri-san, buenas tardes.

La hermosa joven que se acostumbró a mirar de cerca por sus continuos acercamientos por tutorías, de repente estaba ocultada por unos objetos de colores.

Eran rojos. Largos. Verdes también. Estaban ensartados en forma de cono...

—¿Un ramo? ¿Para quién es? —preguntó él con curiosidad, mirando a los alrededores de la estación del tren, donde habían quedado en encontrarse.

La joven lo miró seriamente un segundo, luego una suave sonrisa se formuló en su rostro mientras sus ojos se achinaban muy ligeramente.

—Son para ti ¿te gustan?

Ante Tanjiro, su lindísima casi-novia le ofreció un ramo de flores, de algún tipo de flor bonita que en verdad no sabía su nombre.

Y él no supo cómo reaccionar.

—¿Qué? —exclamó. En sus adentros, porque no pudo pronunciar palabra alguna por la sorpresa.

—Una vez me dijiste que nunca te habían dado un ramo de flores, así que... —habló, mientras delicadamente tomó su mano derecha y depositó en ella el ramo—. Traje las que más me recordaban a ti.

La incomodidad de Tanjiro desapareció con tales palabras.

—Oh, así que no se las dieron a ella —pensó, cuestionándose cuántos días defería trabajar de mesero para pagar el lindo ramo que ella tenía en sus manos.

Luego, maldijo.

—Maldición —exclamó en sus adentros.

Miró cualquier cosa que tuviera a la mano, que pudiera parecer un intento de devolver el costoso regalo que la joven le ofreció... y nada.

Asió el ramo y en un intento de hacer tiempo para pensar, lo llevó a su rostro para olerlo.

Poco sabría él que esa simple acción cambió por completo el futuro de su relación.

Un pelirrojo, ojirrojo y rojo como un tomate, a muchas enamora.

Y Kanao Tsuyuri fue una de ellas.

Sus flores como regalo sirvieron para ambos.

[ FIN ]

Flores y regalos - TanjiKanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora