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"¿Cómo se siente?"

La voz se escucha lejana, aún no ha traspasado lo suficiente la consciencia dormida de Viserys como para escucharla con claridad o reconocer de quién se trata.

"Durmió todo la noche." Otra voz. "Me abrazó como soñé todas las noches que pasé sopesando su ausencia."

Viserys empieza a remover su cuerpo dolorido poco a poco, esa voz era de su omega y el tono dolido así como sus sentimientos calan en él como el frío filo de un cuchillo, así como el lazo de su unión pica y muerde.

"El ejército de rebeldes fue contenido, yo deben estar en camino con los prisioneros de guerra." Ahora Viserys puede distinguir la voz de Rhaenyra. "Padre y Balerion hicieron un buen trabajo, hubo muchas bajas en el ejército enemigo. Nunca vi a mi padre tomar mando de un ejército pero lo dio por ti y la seguridad de Aegon. Él te ama."

Puedes escuchar el resoplido característico de la risa de Daemon, seguido de: "Sé que lo hace. Nos ama."
Viserys espera que su hija se despida de su omega, entonces cuando la puerta se cierra nuevamente, se permite abrir los ojos y contemplar a su consorte, vistiendo un nuevo cambio de ropa, un lindo vestido de satén rojo que lo ayudaba a amamantar a Aegon mejor que los jubones.

Los hermosos ojos de su hermano captan su despertar, mientras camina hacia él, sonriendole.
Daemon se inclina sobre él como una hermosa aparición de un dios de la belleza, y planta un beso largo en su boca. "No es cortés escuchar a escondidas." Daemon broma como saludo, alisando el cabello por demás rizado de su hermano, colocándolo detrás de su oreja por el bien de sus ojos.

Viserys suspira, besando la mano de su esposo que aún estaba extendida sobre su rostro. Los ojos casi morados de Viserys observan con anhelo y devoción a Daemon, tratando de memorizar nuevamente cada pequeña peca en sus mejillas, su nariz cincelada y su cabello lacio.
"Eres hermoso." Dice después de asegurarse de admirar los rasgos de su esposo. El trato tan cercano con la muerte hizo que él apreciara con más devoción lo que le había proporcionado la vida; su hermano convertido en su esposo, la compañía de su hija, su dulce y pequeño Aegon con sus manos inquietas. Todo ello, Viserys lo adoró mucho más.

"Sé que lo soy. Tú también eres un deleite." Daemon besó su boca.

Viserys suspira, tocando la mejilla de su esposa con suavidad. "¿Has servido al reino como regente?" Pregunta en un susurro, ya sabiendo la respuesta. Se siente demasiado culpable de darle ese peso a su omega, justo días después de dar a luz a su pequeño niño.

Daemon hace un gesto al aire, quitándole importancia al hecho que carcomía Viserys por dentro. "Lo he hecho por ti, por el reino y por nuestro hijo. Rhaenyra incluso ha viajado a las casas de otros lords para informar que el rey está recuperando rápidamente sus fuerzas, Harrenhal planea celebrar una caza en tu honor y en nombre de tu recuperación." Daemon le informó, besando su mano derecha. "Oh, tu querido amigo lord Lyonel estará aquí en la noche con sus dos hijos para expresar sus deseos por tu mejora. Ya sabes, hombre bastante honorable, no permitiría que sólo un evento te expresara lo feliz que le hace tu regreso y sanación."

"Él es un buen hombre y un gran amigo. Estaré feliz de recibirlo a él y sus hijos." El rey sonrió, tomando sus vendajes con un gesto doloroso cuando un leve movimiento lo agitó más de lo esperado. "Oh, me gustaría estar presente..." El mayor ríe suave cuando el ceño de su esposo se profundiza. "Pero primero la recuperación, mi rey. Lo sé."

Daemon palmea su mano. "Aegon vendrá pronto con nosotros, está tomando su baño." Viserys asiente con entusiasmo ante la información, sus manos ya pican por el sentimiento que quema en él al por fin tener de vuelta en sus brazos a su pequeño cachorro.

Así, la pareja rompe el ayuno en sus aposentos y se disponen a pasar la mañana con el pequeño Aegon en el lecho. Hasta que Daemon crea que ya ha sido suficiente para ambos y los mande a descansar otra hora.

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"Padre se está recuperando rápidamente." Rhaenyra cepilla su cabello frente al espejo de la habitación, un poco modesto y sin tantos arreglos como la suya propia pero acogedora.

Su acompañante asiente, sonriendo aliviado ante los avances positivos del rey. "Me alegra mucho escucharlo, querida." Pronto llega a su espalda, pasando sus dedos por los omóplatos pálidos de la princesa, sonriendo cuando la piel de gallina llega a sus dígitos rápidamente.

Rhaenyra suspira, encantada ante el toque de su caballero. "Tal vez podría hablar acerca de mi deseo de casarme contigo." Sus ojos lo ven a través del espejo, con pura decisión brillando en ellos.

Harwin le sonríe, asintiendo las veces de las necesarias. "Sabes que he pasado muchas lunas queriendo hablar sobre ello. Ahora lo primordial es esperar la recuperación del rey y que esté lo suficientemente sano como para manejar una noticia de esa índole... Surgirán muchas preguntas y éstas serán acompañadas de miles de respuestas, él tiene que estar estable para todo ello." Harwin empieza a masajear los hombros de Rhaenyra al sentirlos tensos. "Sabes que el consejo tendrá preguntas, Otto hará la mitad de ella, seguramente."

La princesa suspira al pensar en ese futuro próximo. "Sé que tengo el respaldo de Daemon y, si creo en la devoción de mi padre para con él, también tendremos la del rey." La mano pálida de la princesa toma la más grande del caballero, llevándola hasta sus labios y besando repetidamente. "Eres lo que quiero, no dejaré que te aparten de mí lado." Su voz es firme como no lo fue en mucho tiempo. Ella amaba a ese hombre con locura, al igual que él la amaba a ella. Ambos sabían que estaban destinados a arder juntos.

Harwin besa la parte posterior de la cabeza llena de hermosos cabellos blancos, respirando el aroma a humo, flores y sales de baño. "También eres lo que más deseo, Rhaenyra." Harwin dice. No es algo nuevo a los oídos de la princesa.

Se conocieron mejor cuando Rhaenyra cumplió diez y seis años y se había fugado ella sola por las calles de Desembarco, topándose con Harwin el Rompehuesos no muy lejos de la salida secreta de la Fortaleza Roja. Y, aunque Harwin la reprendió suavemente por escaparse sin compañía, eso no detuvo que Rhaenyra se saliera con la suya y que el Comandante de las capas doradas haya sido su guía privado entre las calles concurridas de la ciudad. Había sido una noche hermosa, Rhaenyra había comido pasteles y comprado cosas que vendían los mercaderes por pura euforia, más que por tenerlos. Recuerda que incluso Sir Harwin la había sacado a bailar cuando se toparon con un grupo de bardos que ofrecían música al aire libre a las parejas, aún con la pesada armadura y la capa demasiado larga para esos bailes, Harwin la había sostenido y girado con ella sin problemas.

Ahí Rhaenyra supo lo que se sentía la atracción por alguien. Siguieron viéndose y tomando escapadas tanto fuera como dentro de la Fortaleza y, sin ambos saberlo, ya estaban dándose un primer abrazo, una primer caricia y un primer beso. Entonces decidieron que querían que todos sus días fueran así; ambos felices, ambos juntos.

Otto Hightower no había podido evitar que su tío Daemon se casara con el rey, Rhaenyra sabía que entonces sus ojos y veneno estarían puestos en ella y cualquier movimiento que hiciera. Ya estaba preparada para que pusiera estacas en su camino, aún si Harwin era el heredero de la casa Strong y su propio padre fuera un miembro del consejo importante, tanto que estuvo a punto de ser el lord Mano. Rhaenyra no pierde la esperanza de que lord Lyonel algún día lleve el alfiler de la Mano del rey en su pecho y su padre al fin decidiera que había visto la cara de Otto lo suficiente y lo enviara de vuelta a Antigua, donde todos lo miraban tal cual era; sólo un segundo hijo sin voz alguna.

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N/A: lamento la tardanza pero el período de depresión aún no me deja y estoy en las vueltas por buscar una universidad que el ctm gobierno de mi país no cierre. Espero este capítulo lo compense y trataré de actualizar el próximo en esta semana que viene.

La sangre del dragón. ─═✧VisemonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora