-Capítulo 5-

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Saco mi billetera del bolsillo trasero de mi pantalón y dejo varios dólares sobre la barra junto a la copa de vodka vacía como propina para el mesero.

Me pongo de pie y tomo mi casco del asiento continuo al mío. Salgo por la puerta tambaleándome.

Mi teléfono está a reventar con llamadas perdidas y mensajes de voz de JL.

-¡No! No es JL, es Jennifer Lawrence-. Me aclaro de mala gana, frotando mi entrecejo.

Pongo las manos sobre el volante de mi motocicleta y acelero sin prestar atención a lo que dejo atrás.

Me había escapado al bar, necesitaba con urgencias de un trago. Quería pensar claramente, ¿Qué haría después?

Lo cierto es que el tomar solo empeoró las cosas, porque detrás de la primera copa, prontamente le siguieron otras. Ahora estaba totalmente alcoholizado, con el cerebro bailando dentro de mi cabeza y con el corazón en el estómago.

¡Jennifer! ¡Jennifer! ¿Qué voy hacer ahora?

No solo tomé las fotografías, sino que también acepté el cheque. ¡Soy una basura!

Ahora si soy un paparazzi.

-¡Su paparazzi personal! -la voz de James hace eco en mi mente nublada.

-¡DEMONIOS!

Doy un fuerte frenazo al final de una cuadra, haciendo que mi moto y yo derrapemos al girar bruscamente, evitando así chocar contra una camioneta de envíos.

Estoy tan mal que ignoré que iba al lado contrario del carril.

-¿Qué te pasa mocoso?-. -grita alguien desde la ventanilla de la camioneta de envíos cuando se detiene junto a mí. Agito una mano en modo de disculpa.

-¿Acaso quieres morir?-. -pregunta el hombre esta vez con la cabeza asomada por la ventana para examinarme mejor.

-Ojalá me pasara eso-. -me digo cuando comienzo a enderezar la motocicleta. Pero mi mala suerte continúa.

Salí totalmente ileso, algo que no puedo decir de mi motocicleta.

Ella sufrió algunas abolladuras y la pintura se rasgó al deslizarse por el asfalto. Me subo a ella acomodo el volante, en eso me doy cuenta de que uno de los retrovisores está también roto. Quito los vidrios sin intención alguna de cortarme, pero lo hago. Mi mano izquierda comienza a sangrar continuamente hasta que las gotas se deslizan por todo mi antebrazo. Me quito rápidamente la playera de cuadros que llevaba puesta y me la enrollo alrededor de la herida. Con rapidez se empapa. Ahora lo único que me preocupa es mi apariencia. -¿Cómo voy a llegar así?

Solo la preocuparía más. -¡Más de lo que ya debe estar! -Me recrimino.

Miro el reloj que yace en mi muñeca buena. 3 AM.

¡No puedo creerlo! ¡Soy un completo imbécil!

Me saco el teléfono del bolsillo de mi pantalón y lo examino por segunda vez. Esta vez más detalladamente. Doy clic para escuchar el primer mensaje.

-Joshie discúlpame. Me retrasé un poco en el trabajo. Prometo llegar antes de las 9.

Fin del primer mensaje.

Procedo a dar clic al segundo.

-Joshie, ¿Dónde estás? Llegué a casa y no te encontré.

Cierro mis ojos y voy al tercer mensaje.

-Joshie, ¿Pasó algo? Me estás preocupado. ¿Por qué no contestas mis llamadas?

Imbécil. Imbécil. Imbécil.

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