Apretó el objeto entre sus manos con fuerza, incrédulo ante lo que veía. Cada milímetro de su ser tembló. Aquello no podía ser. Roger se sintió desvanecerse, las lágrimas inundar sus ojos mientras con su mano cubría sus labios para evitar ser escuchado por cualquiera que estuviera presente en su hogar, a su vez que se mantenía recargado contra la puerta del baño para que nadie entrará.
La había cagado en grande está vez. Y esta vez no sabía si existía forma alguna de remediarlo.
Tras quince minutos mirando estático el objeto, como si esperará a que algo en el cambiase, se rindió con un suspiro. Su cuerpo tambaleante lo obligó a levantarse y salir del baño en dirección a su habitación.
Muchas veces, cuando uno es joven sobre todo, hace cosas por hacer. Sin pensar mucho en el futuro que siempre sería incierto. Toma decisiones, que aveces son buenas y aveces no.
Pero cuando uno está con la cabeza con tantas cosas pasando al mismo tiempo, es joven y teme por las reacciones de sus conocidos las cosas que hace por hacer, en realidad, parece más que se las hace a manera de supervivencia. De ahorrarse un rato peor y de buscar escapar de todo, de todos. Incluso de aquellos que más amas y adoras.
Ese era el caso del rubio en ese momento, en esa madrugada silenciosa, en la cual sólo era observado por las estrellas que brillaban en lo alto mientras guardaba lo mínimo en una mochila pequeña; el dinero ahorrado por años —que no era poco, pero tampoco una cantidad enorme—, unas cuantas prendas y aquel pin en forma de un cometa que él le había dado. Acarició delicadamente el objeto, basado en la astronomía (cosa que se le dificultaba entender) y lo guardó entre sus cosas como si fuera la flor más delicada de todas.
Antes de cerrar donde guardó ni una cuarta parte de sus pertenencias tomó un marcador negro cualquiera y las notas adhesivas sobre su escrito, haciendo el mismo dibujo simple que había hecho aquel día hace dos meses. Un par de estrellas fugaces, hechas sin realismo alguno; en una de las esquinas escribió con velocidad y letra apenas descifrable unas disculpas simplonas, aunque hubieran querido escribir una carta larga mientras lloraba. Pero no quería perder el poco tiempo que tenía.
Tras realizar ese dibujo, besó con suavidad la hoja de un color amarillo canario y dejó el marcador cerca. Cerró su mochila y apenas salió de su habitación no había retorno.
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La Luna era vigía de todo lo que en las sombras ocurría. Brian despertó desorientado al escuchar el teléfono fijo en su habitación sonando.
Aún medio dormido tomó el objeto, aunque su subconsciente lo obligó a despertarse más a los pocos segundos.
—¿Hola? — masculló con la voz ronca.
—Perdóname... — escuchó —. Perdóname, Bri.
Reconocía la voz al otro lado de la línea, la conocía en todas y cada una de sus formas, incluso en las que nunca pensó oír; había escuchado aquella voz reír, llorar, quejarse de dolor, gritar con enojo y gemir de placer. Era Roger.
—¿Ah? ¿Rog? ¿Por qué pides disculpas? — se atrevió a preguntar, aún alunado.
—Perdóname. No puedo decirte — susurró —. No puedo... y me siento un cobarde por no hacerlo.
Era raro, demasiado.
—¿Qué quieres decir con eso? — cuestionó, mas no hubo respuesta alguna —¿Roger? — nada —¡Rog!
En ese momento el sonido del silbato de un tren lo hizo despertar por totalmente y abrir los ojos por completo.
—Espero puedas perdonarme... — fue lo último que escuchó antes de que la llamada finalizará.
¿Qué significaba todo aquello?
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Los carteles de "se busca" se esparcieron a lo largo de toda la ciudad a los pocos días tras que nadie tuviera ni la más mínima idea del paradero del blondo.
Los días se volvieron semanas, las semanas se volvieron meses. Cinco meses para mayor exactitud.
Brian estaba recostado sobre su cama, pensando en todo. Pensando en Roger, en aquella llamada que había recibido meses atrás de manera extraña...
Se mantenía taciturno, el sueño y cansancio eran visibles en sus ojos; mas se rehusaba a dormitar pues algo al fondo de su cerebro se lo impedía, le decía que no lo hiciera, que algo ocurriría. Y aunque estuvo a punto de mandar ese presentimiento a la mierda y conciliar el sueño que ya lo quería tragar desde hace un tiempo, el teléfono sonó.
Con cierta sorpresa contestó y aunque se mostraba dudoso, se mantuvo firme.—¿Hola?
Sus ojos se iluminaron en curiosidad casi infantil cuando no escucho nada, aunque ese mismo brillo se transformó para volverse uno de preocupación al escuchar sollozos y gritos de dolor al otro lado de la telefonía.
—¿Hola?
Repitió. Nada nuevamente. Cinco minutos después, cuando ya iba a colgar escuchó una palabra proveniente de la persona al otro lado...
—Lo siento... — un murmullo con voz rota, seguido de un grito dolorido fue lo primero que escuchó — Perdón, enserio — tartamudeó la voz.
No supo como reaccionar en ese momento, pues los sollozos al instante continuaron durante unos pocos minutos más. Otro grito de dolor fue lo último que escuchó antes de que la llamada finalizará abruptamente, dejándolo aún más confundido.
Aunque sabía y tenía una única cosa bien en claro en ese momento. Esa voz la había escuchado varias veces antes. La había escuchado de miles de maneras. Esa voz. Esa voz era Roger.
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Estrellas Fugacesㅤ𓏲 ☄️ ˑ ִ maylor
Fanfic𝐄.𝐅┆❛Una desaparición, un secreto oculto por años, un viejo amigo y una niña amenazaron con poner la vida de Brian de cabeza en tan poco tiempo.❜ ㅤ𓏲 r4di0_gaga · 2O23☄️