ÚNICO (probablemente)

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Placebo - Bosco, porque, desde que vi un vídeo SandRay en YouTube con esta canción pensé que, lamentablemente, era demasiado adecuado para ellos y, en especial, para Ray.

Placebo - Bosco, porque, desde que vi un vídeo SandRay en YouTube con esta canción pensé que, lamentablemente, era demasiado adecuado para ellos y, en especial, para Ray

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Cuando era adolescente, solía escribir encerrado en mi habitación mientras escuchaba música. No fijaba ningún objetivo en la escritura, sino que únicamente dejaba que mis dedos tantearan sin cesar el teclado del ordenador hasta vaciar mi mente de los pensamientos obsesivos que generaban mi apatía crónica. Llegaba a enfocarme tanto en la tarea que no era capaz de darme cuenta de la fuerza que empleaba en apretar cada una de aquellas teclas, habiéndome provocado que posteriormente me aquejara un suave y melancólico dolor en la muñeca.

Tampoco era capaz de detectar en qué momento las lágrimas empezaban a humedecer mis mejillas.

Había llegado a guardar todo tipo de escritos, ya fuera ensayos, novelas cortas, cuentos o incluso canciones y poemas. Y, aunque destruí todos ellos con la muerte de mi madre, todavía recuerdo una pequeña parte de cierta metáfora que empleé en uno de ellos.

No soy capaz de rememorar exactamente de qué trataba el escrito, pero recuerdo que, en algún momento, se atribuía a algo tan simple como una mesa como representación de lo que significaba la vida para mí: algo que requería de cuatro patas para mantener su estabilidad.

Y aquellas cuatro patas eran dinero, trabajo, amor y salud.

El dinero nunca fue un problema para mí. Nunca supe lo que era que tu familia no fuera capaz de cubrir tus necesidades básicas y, por mi parte, siempre tuve todos los placeres que deseaba e incluso los que no había llegado a imaginar. Llegar a fin de mes no formó nunca parte de mis preocupaciones, así como tampoco costear mis estudios. Incluso el trabajo tampoco me perturbaba, puesto que creí que el dinero y la influencia de mi familia me aseguraba la segunda pata.

Pero en cambio el amor...

La primera vez que supe que mi madre me odiaba tenía tres años.

Recuerdo haber ido al parque con alguna niñera, ya que a mi madre no le agradaba pasar tiempo conmigo a solas. Me sentí distinto al resto de los niños de aquel lugar que habían acudido con sus padres o sus madres. Me resultaba extraño que los padres se hubieran desplazado hacia aquel pedazo de tierra polvoriento, pero me sorprendía todavía más que aquellos adultos estuvieran jugando con los niños de mi edad, interactuando con ellos y dedicándoles su tiempo, a pesar de las caras de agotados que tenían.

Vi a una niña arrancar una pequeña flor del césped y entregársela a su madre. No era especialmente bonita, ni tampoco se diferenciaba del resto, puesto que parecía bastante común, de un aburrido color amarillo. Incluso la planta no llegó entera a la mano de la mujer, dado que se fue disolviendo en la mano de la niña, provocando que ésta llorase en frustración porque el regalo había perecido. Sin embargo, para aquella mujer, los despojos de lo que había sido una burda flor la emocionaron hasta transformar sus facciones agotadas en una pletórica y enérgica sonrisa.

Self-destruction (RaySand)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora