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"Llevamos como una hora en el bondi."
"Va a valer la pena."
"Tengo calor."
"Es tu culpa por venir toda de negro."
"Tengo hambre."
"Ya casi llegamos."
"¡Rosé!" se quejó en un berrinche. "Ya me cansé, ¿y sí comemos en Mcdonald's?"
"¿Querés pasar este día en el Mcdonald's?"
"... Bueno, no, la verdad no."
"¡No seas impaciente!"
"Ugh."
Rosé la miró con una sonrisa.
Jennie, la chica mala, estaba con un puchero mirando por la ventana y con los brazos cruzados. Jennie, la que se burlaba de los demás.
Sí, Jennie, la que tiene mala fama.
La misma que le desea buenas noches y buenos días, la que le trajo una rosa que le compró a uno en la calle, la que se porta como una nena chiquita.
¿De verdad sus amigos no se habían confundido? ¡Llamarla loca! Qué atrevidos.
Se pasó la última media hora quejándose, pero llegaron finalmente Jennie suspiró de forma audible cuando bajaron del bondi, mientras que Rosé le agarró la mano y la empujó a que la siguiera adentro de ese lugar tan raro.
Y una vez que estaban frente a eso, Jennie se puso más pálida que de costumbre.
"¿Patinar en hielo?"
"¡Sí! ¡Es re bonito!"
"Rosé, ¿vos me querés matar?"
"¿Ah?"
"No sé patinar ni en rueditas y querés que me meta al hielo trucho este."
"¡No seas mala! Vengo con Jungkook casi siempre, yo te enseño."
Rosé realmente apreció que Jennie parase de quejarse y pusiera seriedad en aprender. Pero lo que más le gustó fue que no la soltara en ningún momento, aferrándose a su brazo con fuerza y sin dejar de intentarlo.
Hasta que, bueno, algo salió mal.
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