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Mientras los cubiertos repiquetean en los platos de porcelana y la voz de Shisui es todo lo que puede escuchar, Itachi se encuentra pensando en que jamás se había sentido tan cómodo en una cena familiar

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Mientras los cubiertos repiquetean en los platos de porcelana y la voz de Shisui es todo lo que puede escuchar, Itachi se encuentra pensando en que jamás se había sentido tan cómodo en una cena familiar. Escucha risas, escucha los gritos alegres de Rin, las palabras de aliento de Miyuki y las muestras de orgullo por parte de Kagami.

Siente la calidez de esas personas, puede comer tranquilo sin que la mirada petulante de su padre le cierre el estómago y sin que las miradas frías de su madre le recuerden una de las tantas tareas con las que lo cargaba. Puede sonreír, puede opinar y sumarse a la conversación, incluso puede hacerle bromas a Rin y nadie arma un escándalo cuando la niña suelta sonoras carcajadas.

A Sasuke nunca se le permitió gritar como un niño normal. De más está decir que él tampoco tuvo derecho a mimarlo como le hubiera gustado y, las pocas veces que lo hizo, recibió un buen sermón por estar "malcriando" a su hermano. Así fue como se retrajo y Sasuke terminó convirtiéndose en un adolescente lleno de rabia, problemático y volcado al consumo de cualquier sustancia que le pusieran por delante o se dedicara a buscar.

El recuerdo de dos adultos amargados y estoicos cenando junto a dos niños de hielo es todo lo que Itachi relaciona con el concepto de familia. Ese recuerdo es todo su ejemplo y esto que está presenciando ahora es cualquier cosa menos algo que conozca.

Le sorprende notar que el rizado le tiene infinita confianza a sus padres. Abraza a su mamá sin reparos y bromea con su papá como si fuera su mejor amigo. Para su tristeza, Itachi sabe que jamás podría relacionarse de esa forma con ninguno de los suyos. Mikoto siempre ha sido fría y distante y Fugaku ni hablar, ese hombre nunca le regaló una sonrisa, mucho menos un abrazo y jamás aceptaría que su hijo (un ser inferior) le hablara con tanta soltura y "poco respeto".

La comadreja creció con esa idea, con el pensamiento de que no podía bromear con nadie porque le estaba faltando el respeto y, obviamente, también creció con la autoestima por el suelo, creyéndose el ser más insignificante del mundo.

Hoy, las perspectivas tan opuestas son crudas al mostrarle lo retorcida y miserable que fue su niñez.

—Y bien Itachi —lo llama Kagami llevándose un bocado a la boca y sacándolo de sus pensamientos—. Cuéntanos algo sobre ti, ¿estudias o trabajas?

—Decidí no estudiar —contesta encogiéndose de hombros, aun con el fantasma de su padre dándole vueltas en la cabeza. Ese hombre seguramente hubiera tenido un ataque de nervios si se llegaba a enterar de que su primogénito rechazó varias becas universitarias—. Así que estoy trabajando en una cafetería por el centro.

—¿Esa con nombre francés? —pregunta Shisui con tono burlón e Itachi suelta una risita.

—Italiano —le corrige.

—Yo trabajé en una cafetería hace varios años y el ambiente es maravilloso —comenta la madre de Shisui—. Entiendo que no quieras estudiar, las universidades causan un estrés tremendo.

Girasoles Ciegos | ShiItaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora