32.MEW

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Pasé por el restaurante de comida tailandesa favorito de Amelia de camino a mi cena de dos veces por semana en casa. Una ofrenda de paz. Apenas me hablaba y papá dijo que llegaba tarde a casa la mayoría de las noches. Mucho ruido, música alta, gritos y gente que no conocía entrando y saliendo de su casa.

Me dolía el corazón porque conocía a mi hermana, y esa no era ella. Estaba en un tobogán cuesta abajo, de faltar a clases hace años, a andar con imbéciles. Algo peor estaba por venir si las cosas no cambiaban.

Llegué a la casa y encontré un Dodge Challenger del 92 encendido en la entrada de la casa, blanco pero sucio y rayado. Se agitó y expulsó columnas de gases de escape. Dos figuras estaban en el asiento delantero discutiendo, oí gritos amortiguados: una voz baja y áspera, una que pertenecía a mi hermana.

Algo peor...

Salí de mi camioneta con la bolsa de comida para llevar justo cuando el tipo hizo un movimiento rápido, y la cabeza de Amelia se echó hacia atrás y golpeó la ventana del pasajero. El sonido de su cabeza conectando con el cristal hizo que la comida cayera de mis dedos. Me congelé por una fracción de segundo y luego la rabia corrió a través de mí como combustible para aviones. Di largos pasos hacia el Dodge, mi aliento entraba y salía de mi nariz.

Amelia salió de la puerta del pasajero y la cerró de golpe, llorando y sosteniendo su cara. El tipo, Kyle, llevaba vaqueros, zapatillas rasgadas y una camiseta manchada. Se acercó a la parte delantera de su auto, yendo tras ella.

—No te alejes cuando te hablo —gritó, quitándose su sucio cabello rubio de los ojos.

—¡Déjame en paz! —gritó Amelia, retrocediendo. El lado derecho de su mejilla estaba hinchado, y se estaba formando un moretón en su sien.

Kyle se acercó a ella, con el puño levantado.

—Te lo dije, nunca...

El resto de sus palabras se cortaron con un bufido cuando lo tacleé por la cintura. Mi cara raspó el pavimento cuando ambos caímos con fuerza.

—¡Mew! —chilló Amelia desde algún lugar lejano.

Apenas podía ver o escuchar por la neblina roja que había caído sobre mi visión y la sangre que me llegaba a los oídos. Lo puse boca arriba, a horcajadas, y le golpeé la cara con el puño. Su cabeza se echó a un lado, salpicando de sangre.

—¡Vete a la mierda, imbécil! —escupió.

Lanzó un puñetazo, pero ni me rozó la barbilla. Lo agarré por el cuello de la camisa, lo levanté y estampé su cabeza contra el pavimento.

—Nunca la vuelvas a tocar, ¿me oyes? —espeté—. Si vuelvo a verte cerca de mi hermana, te mataré.

Kyle gruñó y su manó se alzó. Un dolor sordo explotó en mi garganta, y se escabulló debajo de mí. Me puse en pie, jadeando, poniéndome entre él y Amelia.

—¿Qué demonios es esto? —preguntó una voz detrás de nosotros.

Mi padre salía a zancadas de la casa, con las manos en puños, su cara más animada de lo que he visto en años, retorcida de rabia. Se parecía al jugador de fútbol que una vez fue, cargando por la línea, listo para arrancarle la cabeza a alguien. Miró el ojo hinchado de Amelia y su expresión se volvió asesina.

—¿Le hiciste eso a mi hija?

Kyle, ahora superado en número, se retiró.

—Oye, viejo, está bien. Las cosas se salieron un poco de control.

—Irás a la cárcel, imbécil —dije mientras Amelia me agarraba del brazo y me enterraba la cara en la espalda.

—Adelante, llama a la policía —dijo Kyle, aunque su voz temblaba—. Me asaltaste. Me golpeaste la cabeza contra el suelo...

Cuando Vuelvas A Mi (Adaptacion MewGulf)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora