La noche siguiente, suena mi teléfono cuando estoy tirada en la cama, haciendo la tarea de francés. Lo tomo y miro la pantalla.
R. de P.
«¿R. de P.?». ¿De Rincón de los Poetas? Son las ocho y cuarenta y cinco de un jueves por la noche. No puede ser. Compruebo los receptores del mensaje de grupo y veo la larga lista de números telefónicos.
Espero a que alguien responda, pero nadie lo hace, así que tecleo:
¿Es un error?
Le doy a «enviar», y Haerin me contesta al instante.
No.
Me levanto de la cama de un brinco y, con el pulso acelerado, me quito el chándal y me pongo un suéter y unos jeans limpios. Como en la calle está haciendo mucho frío, me cuelgo el anorak de natación en el brazo. Recojo la bolsa de natación del suelo y las llaves del auto de mi escritorio.
Mamá, papá y Olivia están sentados en el sofá viendo una película.
"Voy a la piscina a hacer unos largos," anuncio mientras me pongo el anorak. Espero ser convincente.
"¿Tan tarde?" se sorprende papá, pero antes de que pueda responder, mamá interviene:
"Siempre nada a estas horas. Pásatelo bien." Y me despide con la mano.
Me siento algo culpable al poner el auto en reversa para salir de casa y mucho más cuando paso de largo la calle que conduce a la piscina, pero cuando llego al estacionamiento de los alumnos, la culpa se transforma en nerviosismo. Conduzco hasta un lugar que me permite estacionar con el kilometraje acabado en tres.
Haerin me está esperando dentro del portón. Abre los brazos de par en par.
"Bienvenida a tu primera nocturna."
"No sé si quiero saber qué es una nocturna," replico. No me gusta esto. No soy buena con las sorpresas.
"De vez en cuando nos reunimos de noche para darle un vuelco a las cosas. Es divertido. Ya lo verás."
Echa un vistazo alrededor para asegurarse de que estamos solas y luego sujeta la cremallera de mi anorak de natación. Da un tirón y me acerca hacia ella.
"Por cierto, te ves hermosa."
"Imposible," aseguro sonriendo. "Estaba haciendo la tarea y he salido corriendo. Ni siquiera me he maquillado un poco."
"Como he dicho…" me desabrocha despacio la cremallera del anorak hasta la cintura y desliza las manos por dentro hacia mi espalda para acercarme más y oprimir su cuerpo contra el mío, "hermosa." Lo susurra. Se inclina más hacia mí y me besa, y yo separo los labios como hago siempre. Nunca me cansaré de esto. Nunca me cansaré de besarla.
Quiero quedarme aquí fuera, a solas con ella una hora o dos, pero sé que todos están dentro. Además, hace un frío espantoso. Haerin saca los brazos, me sube la cremallera hasta la barbilla y me da un beso en la nariz.
"¡Qué mala eres!" exclamo. "¿Cómo se supone que voy a mantener mis manos lejos de ti ahora?"
"No tienes que hacerlo. Podríamos anunciarlo esta noche."
Pienso en la conversación que tuve ayer con Sue. Podríamos. Quiero hacerlo. Pero me he estado preparando mentalmente para contárselo antes a las Ocho. Todavía no he pensado siquiera en cómo decírselo al grupo del sótano.
"No te preocupes," añade, y me besa la frente. "Ya lo haremos más adelante."
Se olvida del tema y me toma la mano para conducirme hacia la puerta del teatro. Me sorprende que no esté cerrada con llave y le dirijo una mirada interrogativa.
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Hasta La Última Palabra 《Daerin》《Niniz》
Teen Fiction«Constantemente tengo un pensamiento que se esconde en los rincones más oscuros de mi mente. Es aterrador. Porque es el que nunca se va. Y es el que más temo... ¿Y si estoy loca?» «Si pudieras leer mi mente, no estarías sonriendo.» Danielle tiene T...