El primer día que lo vi

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Primer día de escuela, sentía nervios por conocer a nueva gente, tanto alumnos como profesores. Me preguntaba si me juzgarían por algún defecto o por mi personalidad introvertida.
Mi madre me vino a dejar a la nueva escuela, "El rincón al sur" un nombre extraño, pero creo que para los pueblos pequeños como este no es raro. Llegué al estacionamiento donde me tendría que separar de mi madre para entrar a una nueva vida escolar, sentía mucho miedo, terror, desesperación y ansiedad.

-¿Estás lista hija? -exclamo mi madre.
-No mamá, esto es un proceso el cual es desesperante, conocer gente nueva, escuela nueva, ya no quiero, me estoy arrepintiendo. -le dije con voz entristecida.
-Solo anda, tu puedes, eres una niña muy fuerte, haz pasado por mucho, esto no es nada que no puedas hacer.
-Te agradezco mamá...

Gracias a los ánimos que me dio mi madre, me armé de valor y entré. Los pasillos eran un poco estrechos, estudiantes pasaban y me chocaban, quiero pensar que solo es por el espacio. Estos me miraban con cara rara, yo solo seguí mi camino, no podía distraerme, tenía que encontrar mi aula, pronto me tocaba matemáticas.
Un niño pasó corriendo al lado mío, pero al verle se detuvo, era alguien con pelo negro medio largo, brackets y con unos bellos ojos color avellana.

-Hola, tu debes ser nueva, yo me presento, soy Ruperto, un gusto. -estiró la mano esperando que le correspondiera el saludo
-Hola... exacto, soy nueva, mi nombre es Jacinta, mucho gusto Ruperto. -le sonreí mientras le agarré la mano para saludarlo.
-¿A que grado vas?
-Mm... séptimo básico, ¿y tú?
- También, creo que tuviste suerte al toparte conmigo
-¿Yo toparme contigo? Tu te me acercaste, tonto.
-Bueno, tienes razón, pero ya, te llevaré al salón.
-Muchas gracias Ruperto.

Me llevó hasta donde se encontraba el séptimo, pero cuando estábamos apunto de llegar decidí quedarme afuera, Ruperto solo entró, creo que ni se acordó que yo iba con él, pero no importaba, quizás solo es despistado y se olvidó, mejor pensar en positivo. Pasaron 5 minutos, cada segundo que pasaba me iba poniendo más nerviosa, pero recordé las palabras de mi mamá y me armé de valentía así que entré, estaban todos en una media luna con el profesor de matemáticas, Don Edward, para tener 56 años era.. bonito, pelo deslumbrante, cara suave y sonrisa preciosa, eso me ponía aún más nerviosa. Cuando pasé por la puerta este señor me recibió con un abrazo, era el mejor día de mi estadía en esta escuela, escuchar su respiración atrás de mi oreja mientras me daba la bienvenida con un apretado abrazo, es era lo que había soñado por mucho tiempo, yo solo le agradecí intentando colocarle una mirada seductora, pero cuando hice eso se puso incómodo y se dirigió hacia la pizarra. Me moví al frente de todos mis nuevos compañeros y me presenté.

-Buenos días a todos, mi nombre es Jacinta, espero nos llevemos muy bien. -termine la frase con una sonrisa para no parecer pesada.

Todos quedaron en silencio mientras se miraban entre sí, creo que no se esperaban mi llegada y quizás al parecer no les gustó. Un niño se levantó de su asiento y se presentó.

-Bienvenida, mi nombre es Cristian, mucho gusto.

Después de eso empezaron todos a presentarse. Camille, Tyrone, Yoan, Ruperto, José, Bernardo, Damián, Maylin, Thiare y Carolina, algunos parecían pesados, otros amables o raros, pero no empezaré con los prejuicios, solo opinaré cuando los conozca, ahora solo prestaré atención en la clase, o mejor dicho al profesor.
Al terminar la clase, me di cuenta que no había anotado nada, solo me concentré en el cuerpo del profesor de matemáticas, era hermoso, inevitable mirarlo, pero ya era hora de salir. Quería comunicarme con alguno de mis compañeros pero me daba vergüenza, así que me quedé en un rincón. Veía como los demás jugaban y la pasaban bien, yo quería estar con ellos pero mi vergüenza era más grande. Derrepente se me acercó un chico un año mayor que yo, del curso octavo, me pareció muy raro, pero era agradable que una persona se me acercara. Empezamos a conversar, me preguntó de todo: de dónde venía, mi edad, mi cumpleaños, mi nombre, mi signo, mi color favorito etc.

-¿Esto es una conversación o un interrogatorio? -exclamé aburrida de sus preguntas.
-No es para que te pongas así, solo te quiero conocer más. -me dijo él.
-Pero hay preguntas innecesarias, ¿para qué quieres saber de qué color caga mi perro? Solo eres un mujeriego -me di la vuelta mientras le contestaba con un tono agresivo y me fui.

Mientras iba caminando hacia las bancas para sentarme a leer iban pasando dos niños de mi curso, Cristian y Camille, fueron muy amables y me invitaron a estar con ellos. También me preguntaron de todo pero no era incómodo, hasta que llegó una pregunta que nunca supe porqué razón la hicieron

-¿Te gusta Ruperto? -Preguntó Cristian
-¿¡Qué!? ¡Nooo! Apenas lo conozco -Manifesté a la ofensa de este
-Perdón si te molestó algo, fue lo único que me llegó a la mente
-No te preocupes, ¿pero en tantas preguntas existentes elegiste una tan ridícula?
-Lo siento, al menos había que confirmarlo
-Ajam..
Sonó el timbre así que era tiempo de entrar a clases, nos tocaba lengua y literatura con la profesora Antonia, era muy amable y me recibió con mucho amor. En esta clase preste toda la atención posible ya que no había como distraerme, la única forma era ese profesor tan guapo. Después de terminar todo el periodo de clases era hora de irse, en la salida vi a don Edward, su mirada dominante se dirigió a mis ojos, yo solo seguí mi camino, mientras pensaba que ese profesor iba a ser mío.

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⏰ Last updated: Sep 30, 2023 ⏰

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