– ¡Mi amor, Takumi dice que será mejor colocador que tú!
– ¡Misumi dice que será basquetbolista!
– Te amare en esta vida y en las siguientes.
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Si me preguntaras, ¿Te volverías a casar con tu esposo? Te diría que sí.
Llevamos siete años casados, trece años de novios y quince de conocernos. Y les juro, Tsukishima es espectacular.
Nuestra relación tuvo un montón de bajas, pero siempre pudimos resolver todo juntos. Comunicación asertiva lo llama él. Prefiero decir que es porque estábamos muy enamorados.
Estaba. El aún me ama.
Tenemos tres hermosos hijos, y debo admitir que es el mejor padre que conozco, todo el mundo lo dice. A pesar del trabajo nunca se a perdido ningún partido de los bebés. Está en el club de madres. Les cuenta un cuento antes de dormir. Los educa con valores y responsabilidad, según él, no quiere que sean igual de malos que yo para los estudios.
Y como esposo, es magnífico, siempre respeta mis decisiones, todos los días al llegar el trabajo o cuando vuelvo de un viaje me regala flores. Es un gran cocinero. Me muestra cuanto me adora en nuestra cama o en otros lugares. La citas a restaurantes nunca faltan y nuestros pequeños partidos —apesar de saber que siempre le voy a ganar— los fines de semana.
Y la forma en que me mira sin importar que recién me levanto o estoy desarreglado, su mirada solo muestra la devoción que siente hacia mi.
Yo lo miraba así. Antes que la llama se apagará.
Saber que cada vez que me dice te amo es con todo su ser. Saber que él sería capaz de darle la vuelta al mundo por mí. Saber que el no volvió a otra cama más que a la mía. Saber, que él sabe que veo a un nuevo hombre cada viernes desde hace tres años, y aún no se separa de mi, me sigue diciendo que ama cada sentimetro de mi cuerpo, que me hace regalos a manos. Saber que él se empeña en regalarme un anillo nuevo cada aniversario.
Él no se merece que yo lo traicione de esa manera. Y yo lo he hecho sufrir como no tienen idea. Él me a suplicado que deje de ver a otros hombres, me a llorado. Pero yo solo lo he ignorado.
Y lo peor, es que él sabe que desde hace un año y medio estoy viendo a un solo hombre, del que, debo admitir, me estoy enamorando.
Que lo voy a dejar por él.
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– Quiero el divorcio.
El mundo se detuvo para Tsukishima. Los papeles frente a él en un fólder manila le dejó la sangre helada, solo pudiendo levantar la mirada para sentarse en los zafiros que lo enamoraron.
A pesar de estos solo mirarlo con indiferencia.
– No entiendo... —. La voz le temblaba y su garganta se secaba .— ¿Por qué?
Tobio no le respondió desviando la mirada.
– ¡¿Fue por lo de esa vez?! ¡Te juro que no he vuelto a ver a esa mujer o alguna otra! —. Tomo las manos del azabache y las besó.— Yo te amo.
– Lo sé.
– Entonces podemos...
– Pero yo ya no a ti.
Tobio alejo sus extremidades y se fue a su habitación, dejando a un Kei devastado.