-"Por el resto de la eternidad estarás atada a mi; no importa lo que hagas o haga tu gente por intentar liberarte... Tu cuerpo, tu mente y tu alma me pertenecerán hasta final de los tiempos..."
Yo le pertenecía, no había poder en el mundo que pudier...
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|• Narración •|
°• Junio de 2018. •°
Era de madrugada. La frialdad de la noche estaba presente, las cigarras cantaban y entonaban una tranquilizante melodía.
El silencio reinaba, solo el tintineo de los amuletos de protección frente a la ventana era lo único que escuchaba tras golpear con la superficie de cristal.
Música grabe resonaba a traves de unos audífonos y una ave rodeada de fuego azul giraba alrededor de una figura femenina la cuál estaba recargada al borde de la ventana abierta admirando con un destello azul en sus ojos como aquella ave resplandeciente volaba sobre ella entre la oscuridad de la noche.
El viento soplaba con sutileza, las hojas de los árboles revoloteaban y la paz estaba presente.
Todo marchaba de maravilla, la tranquilidad reinaba el ambiente hasta que el sonido de un teléfono resonó en el lugar con un tono bastante alto que logro llamar la atención de la femenina de la ventana, miro hacia el interior, quitó momentáneamente los audífonos y el ave de afuera se adentro al lugar y se postro sobre su hombro de su "portadora" que solo se mantuvo en silencio esperando a que el dueño del aparato hablara.
—¡Megumi! —Escucho el hablar de un masculino —¡¿Ya vienes de regreso?!
Para cuando la chica escucho esto hizo desaparecer al ave en su hombro y salió de la habitación para ir a la que se encontraba a un lado, sin pedir permiso simplemente entro y se sentó en la ventana abriéndola un poco.
—¿Lograste encontrar lo que te pedí?
La persona en su interior en cuanto escucho el sonido de la ventana volteo en esa dirección y sonrió.
—¿Eh? —Pregunto confundido y recibió una respuesta —¿De verdad? Eso es hilarante... Parece que tendrás una caminata nocturna.
La femenina al escuchar esto volteo a verlo y frunció el seño con extrañes, el más alto no necesito de alguna palabra suya para saber que con la simple mirada le estaba preguntando que sucedió.
—Megumi no encontró el objeto maldito. —Le contó. —Bueno... —Hablo ahora a la persona del otro lado del teléfono — No volverás a casa hasta que lo encuentres, ¿De acuerdo? —Dicho esto simplemente colgó la llamada. —Vaya... Esto si que es un problema.
—¿De verdad está bien que lo dejes andar por la calle solo?
—¿Uh?
—Si se perdió ese objeto maldito podria haber maldiciones de categoría alta o hechiceros malignos rondando por ahí tratando de adueñarse de él.
—¿Estás preocupada por él?
—Tan solo va en primero...
—Pero ya tiene muchos años entrenando su técnica maldita.
