¿Cuántos términos existen?

71 8 11
                                    

Logan's POV

No podía creer ni una palabra de lo que había dicho. Estaba hace cinco minutos sentado en mi banqueta, analizando la situación. Seguía sin entender por qué su forma de vengarse era tratarme como un niñito para "corregirme la actitud". No le veía lógica, ni sentido.

¿Por qué dormir con él me haría "cambiar mi actitud arrogante"? No, no tenía ningún sentido. No entendía a lo que se refería, pero parecía una completa trampa. Quizás él iba a esperar a que me durmiese para... atarme y golpearme.

No. Eso solo pasaba en las películas de terror... Justamente lo que me había llevado a tener ese problema en primer lugar. Si no hubiera asistido a esa pijamada, si hubiera ofrecido una película de comedia, si le hubiera puesto cerrojo a la puerta del baño... Me sentía impotente.

Por ahora solo sabía que no sabía lo que él iba a hacer. No tenía pies ni cabeza para mí lo que había dicho. Quizá lo entendería más adelante. Ahora tenía unas órdenes que cumplir... bajo la amenaza de aquella sucia y repugnante foto.

Sin esperar más, dejé mi plato en el lavaplatos también y me fui a lavar los dientes. Fui al baño antes de salir y luego fui por mi peluche; estaba debajo de las sábanas, como Tomás había descrito anteriormente.

Por unos momentos me sentí tonto. Pequeño. Pues nadie sabía que seguía durmiendo con un peluche a esa edad. Era extraño para muchos y lo sabía, pero era lo único que me calmaba cuando estaba con ansiedad y estaba solo. Tal vez... a eso se refería Tomás. Esta vergüenza que sentía podía llegar a ser su objetivo. Y esperaba que no lo sea, porque era extremadamente incómodo, y no quería soportar más burlas por mi actitud infantil. Durante la primaria ya había recibido bastantes.

Finalmente, salí de mi cuarto, cerrando la puerta, y me dirigí al de él.

Tomás' POV

Lo vi entrar por fin. Yo estaba acostado charlando con unos amigos de Discord por mi celular, pero lo dejé completamente para poder admirar esa carita molesta y avergonzada.

—Hasta que te muestras. Pensé que iba a tener que ir por ti y darte tu primer castigo. Acuéstate, vamos.

Parecía ya no oponer resistencia, pues obedecía sin decir nada al segundo. Pero podía notar su cuerpo tenso y su desconfianza cada vez que me miraba fijamente, observando mis movimientos como si estuviera todo el tiempo apunto de cazarlo, como un animal salvaje.

Una vez se acostó, lo ayudé a taparse y me acerqué con mi cuerpo. Él estaba duro, hecho una piedra. No se acomodó para dormir. Estaba en una pose de alerta, acostado para arriba y mirándome fijamente.

—¿Te puedes relajar? Me está empezando a incomodar esta actitud tuya de perro guardián.

—¿Qué quieres exactamente de mí?

—Ya te lo dije.

—Pues no lo entiendo en absoluto. ¿No sería mejor darme una paliza y dejarme ir? Es más rápido.

Suspiré cansado, pues pensé que se lo había explicado bien, pero el chico parecía irse a otro planeta cuando empezaba a hablar. Pronto me di cuenta que quizás era demasiado extraño para él, y que quizás a mí se me hacía fácil de entender porque lo había visto con mis propios ojos.

Cuando la pantera le robó la corona al gatito blancoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora