Siempre se ha considerado demasiado débil, inútil y sumiso.
Ha intentado ser lo más invisible posible en esa enorme casa llena de alfas y betas que quieren derribarlo cada que tienen la oportunidad, solo por ser un omega.
Lo único que lo ha salvado de ser asesinado o abusado; es estar casado con la mano derecha de su Don.
Su abuelo confiaba en ese hombre más que en los otros y ni siquiera es capaz de imaginarse lo que el alfa está haciendo a sus espaldas. Jimin no quiere estar aquí y presenciar una estúpida masacre de nuevo.
Le parece demasiado ridículo ver un montón de alfas luchando por quien es más dominante, gruñir y usar la voz de mando entre ellos. Y entre todo ese sentimiento confuso, está el miedo, porque cuando están envueltos en ese enfrentamiento tan hormonal y estúpido, él debe arrinconarse en el closet, cubrirse con las mantas hasta las orejas y esperar que su omega no se doblegue, tratando de ronronear para tranquilizarlo a él y así mismo. En ocasiones es inútil, porque su abuelo es la peor persona que existe y cuando se siente demasiado alfa y quiere humillarlo, lo obliga a presenciar eso y un sin fin de cosas espantosas e incómodas.
— Espero y te quedes tan quieto y no hagas ni una estupidez— gruñe al final. Jimin parpadea tratando de volver al presente y dejar de perderse en sus temores.
—Si, alfa — hace una reverencia rápida y vuelve a pararse derecho, con los ojos fijos en su abuelo.
— La cena debe estar caliente y lista al momento en que regresemos a casa, no quiero desorden y espero que alistes todo para la llegada de tu alfa y su beta— el aroma de su abuelo es tan hostil y le pica la nariz, sus ojos verdes lo miraban con desdén y vuelve a acomodarse la corbata con altanería.
Su cabello aun no es blanco, porque no es completamente un anciano, está en sus cincuenta y se mantiene en forma. Jimin ha visto a su lobo, aún más imponente y furioso que él.
Asiente y mira a GyuMan sonreír con arrogancia detrás de su abuelo. El alfa siempre usa el mismo tono de traje, ese negro con detalles dorados, se llena de anillos y collares de plata, con un perfume que intenta cubrir su aroma. Quizá para no ser descubierto a la hora de mentir, Jimin no lo sabe, y no tiene ganas de buscar y encontrar algo que imposibilite su única chance de escape.
— La habitación del beta debe estar lista de igual forma, no quiero errores, omega— de nuevo el gruñido y ese aroma terroso que casi lo hace gimotear de miedo. Asiente y trata de no agachar la mirada ante el Don.
Desviar la mirada es considerado una muestra de desinterés, Jimin no quiere ser golpeado de nuevo por culpa de su miedo.
— Si, alfa
Su abuelo cuadra los hombros y sus ojos lo miran tratando de buscar cualquier cosa que indique mentiras de su parte, Jimin se mantiene firme, con las manos temblorosas detrás de su espalda y su olor lo más reprimido posible.
El Don lo mira una última vez, al igual que su estúpido Capo y salen de la casa. Cuando las camionetas blindadas están fuera de su vista, Jimin deja escapar todo el aire que reprimía en sus pulmones y se limpia las manos sudorosas en el pantalón.
— Omega— uno de los guardias le indica la cocina con la mirada, la orden clara, esperando que la acate rápidamente.
Jimin asiente y se dirige con pasos rápidos hasta la estufa. Mira por la ventana al montón de hombres que rodean el patio, toda la casa se encuentra vigilada por los hombres de su abuelo y el capo, estos son igual de abusivos con los omegas, algunos incluso con los betas.
Jimin mira detrás de él al par de guardias que lo siguen siempre, estos están especialmente colocados para la "seguridad" de Jimin, se ríen entre dientes cuando Jimin corre tratando de cumplir las órdenes y sonríen durante los castigos que GyuMan le da. Son demasiado altos, con su aroma picoso llenando toda habitación en la que se encuentre y su opinión está por encima de la de Jimin.
