La confesión.

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< Adaptación permitida por @samolover >

Irene POV:

Los rayos del sol se cuelan por la ventana y hacen que despierte de mi tan necesitado sueño. Sabía que cortinas de color claro no serían una buena opción para nuestra habitación, pero Joy insistió cuando nos mudamos a esta casa. Tallo mis ojos mientras suelto una risa recordando aquella pelea tonta sobre el color de las cortinas. 

El peso de mi esposa me aprisiona contra el colchón, hace calor, mucho calor; pero me es imposible alejarla, su cuerpo y el mío siempre han encajado tan bien que apartarla sería una grosería para ambas.

Observo el rostro de mi esposa, sereno y tranquilo. Me transmite paz verla así, tan relajada y ajena al mundo, entre mis brazos. Poco a poco veo como despierta, bostezando en el proceso, sus ojos tratan de adaptarse a la luz y después me mira.

Nos quedamos un rato así, sin decir nada, viéndonos a los ojos y sintiendo nuestros corazones latir con fuerza. Joy siempre tuvo ese efecto en mí.

—Buenos días, cariño. —dice después de un rato.

—Buenos días, cielo. ¿Dormiste bien?—preguntó mientras nos separamos. No necesito ver la hora para saber que es tarde y que si no desayunamos pronto, estaremos de malas.

—Dormí bien, aunque el dolor de cabeza no ha parado. 

Hace unos meses Joy había comenzado a padecer migrañas, por supuesto fuimos al médico, le recetó algunas pastillas y menos actividad física. 

—Ahora que desayunamos verás que te sentirás mejor— la ánimo sabiendo que eso no pasará. Sinceramente me preocupa la constancia de sus malestares, pero no lo menciono pues sé que a Joy no le gusta que precipite diagnósticos. Aunque para mi era inevitable, ser una doctora jubilada y un tanto vieja no ayudaba a mantenerme tranquila. 

La mañana pasó tranquila, con ambas en la cocina preparando el desayuno. Yo disfrutaba de mi habitual café negro y Sooyoung de su chocolate caliente.

—No he dejado de pensar durante la mañana sobre la vez que todo se complicó. — digo rompiendo el agradable silencio. Mi esposa inclina la cabeza y frunce el ceño, tratando de recordar aquel día, pero al parecer no lo logra. —Fue cuando Wendy se confesó, cariño.

—Refresca mi memoria— Ella sonríe y yo lo hago con ella, aunque tengo miedo de lo que dice, comienzo a narrar.

Flashback.

Lo había decidido, le iba a confesar mis sentimientos a Joy. Era doloroso verla y no abrazarla, no besarla y hacerle saber el amor que tenía. Por supuesto que había luchado contra todo eso después de regresar a casa aquella tarde donde ella bailaba. 

Las siguientes semanas habían sido un infierno, intenté alejarme de ella y volver a ser una ermitaña, por mi cuenta. Eso no funcionó pues cuando intenté hacerlo, las chicas se acercaron a mí preguntando por mi repentina separación del grupo. Siendo sincera me costó estar sin ellas, se volvieron mi familia en Corea y definitivamente extrañaba estar con ellas, además ellas no tenían la culpa de mis sentimientos hacía Sooyoung.

Intenté no verla más, excusando planes en la tarde; "tengo que limpiar la casa", "hay una iguana y necesitamos deshacernos de ella antes de que Jeongyeon se vuelva loca". Por supuesto que quería seguir buscando una salida, una de ellas era volver a Canadá pero no pensé que fuera lo correcto después de tanto esfuerzo por estar aquí. Hasta que un día, en la sala de mi departamento, Nayeon se acercó a mi. Sí, la que se la vivía follando con mi roomie en mi departamento cuando me ausentaba.

Memories of a love story - JoyreneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora