Todos habían escuchado hablar de él Rey de hielo en su aldea.
Unos afirmaban que era real, que lo habían visto con sus propios ojos, otros; simplemente decían que era una simple leyenda.
Jeongin tenia que cruzar las montañas que lo separaban de la...
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Se dirigió con su corazón casi saliéndose por su garganta hacia la sala de estar. Nada más entrar analizo todo el lugar, soltando un suspiro de alivio cuando divisó al humano en una esquina totalmente asustado, Copito estaba haciendo de las suyas.
— A-Aléjate perrito — logró oír murmurar al pelinegro, ya no sabía deferencia si temblaba por el frío o por el miedo.
— Copito ven aquí — dijo con voz demandante, el otro pegó un brinco desde su sitio, abriendo sus ojos de par en par al verle, Jeongin juraba que había sido un sueño.
Cuando el lobo estuvo a su lado dirigió su mirada de nuevo al humano, este volvió a su posición defensiva, tomando una de las ramas que tenía el sofá como algo con lo que defenderse. El peliblanco alzó una ceja, más luego relajó su rostro nuevamente mientras se acercaba lentamente al contrario.
— No te acerques — aviso con voz temblorosa el pelinegro, apuntando con el palo hacia aquel ser.
— Baja ese palo, es ridículo que pienses que podrás defenderte con ello — dijo rodando los ojos, su tono de voz había logrado avergonzar al bajito, quien bajo la rama con timidez.
— No me hagas nada, por favor — suplicó el humano con sus ojos brillando en esperanza.
Hyunjin quería e iba a decirle que él no era alguien maligno y que no le haría nada, pero una idea se pasó por su mente de forma rápida sorpresiva.
No estaría mal jugar un poco con el humano ¿No? Nah.
Total, llevaba muchos siglos solo, necesitaba divertirse un poco, solo un poquito.
— Voy a encerrarte aquí. No te daré nada de comer y morirás desnutrido. Después tu cuerpo quedará helado y yo podré comerte como si fueras un helado — explicó con una sonrisa ladeada fingida, estaba tratando de parecer lo más aterrador posible.
Y funcionó bastante bien, pues el pelinegro ya tenía lágrimas asomándose por sus ojos color chocolate. Si dejaba que el chico se creyese su broma un minuto más podría jurar que iba a llorar como un bebé, por lo dejó la broma y comenzó a reírse fuertemente.
— Era broma, hombre — admitió entre carcajadas, agarrando su vientre por el dolor que le provocaba la risa — Deberías haber visto tu cara.
Mientras el de ojos azules seguía riendo, Jeongin estaba procesando todo, con su cuerpo paralizado y las últimas lágrimas casi secas resbalándose por sus mejillas sonrojadas. Estuvo a milésimas de decirle "qué gracioso eres", pero prefirió callarse... por si acaso llegaba a cambiar de opinión y matarlo de verdad.
— Y entonces... ¿Qué me vas a hacer? — preguntó con tartamudeo, un poco confundido.
— Haré una poción para que me olvides y hacer como si esto no hubiera pasado, tú no sufrirás y yo seguiré pasando desapercibido en este mundo — explicó con un tono amargo.
Aunque no quisiese admitirlo, después de todo en lo más profundo de su helado corazón, llevaba tiempo sintiendo una gran soledad, pero que más podía pedir. Simplemente debería de olvidar esos tontos sentimientos y concentrarse en su nueva misión, buscar una garra de oso pardo.
— Pero no olvidare a mi familia ni amigos ¿Cierto? — cuestionó de nuevo ahora con tono alterado y asustado, sus ojos estaban bien abiertos y sus cejas alzadas levemente.
— No, tranquilo — el pelinegro soltó el aire antes retenido — Calcularé la cantidad justa para que olvides a partir del día en que me conociste, es decir, hoy.
Jeongin asintió un poco impactado, pero le parecía bien la idea, se olvidaría de él y con ello sus traumas, pero a la vez seguiría su vida normal. Todo bien. Todo correcto.
— Por cierto ¿Como te llamas? Todavía no sé tu nombre — la voz del peliblanco lo sacó de sus pensamientos, este le miraba con su ceja alzada.
— Me llamo Jeongin, Yang Jeongin — contestó — ¿Y tú?
— Yo me llamo Hwang Hyunjin — se presentó — pero en tu aldea me llaman el Rey de Hielo.
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