PRÓLOGO

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El campus de la Universidad Mingde, imponente y majestuoso, irradiaba una sensación de grandeza que pocos lugares podían igualar

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El campus de la Universidad Mingde, imponente y majestuoso, irradiaba una sensación de grandeza que pocos lugares podían igualar. Para muchos estudiantes, la vida en Mingde giraba en torno a la competencia, las conexiones sociales y la influencia, pero para Helena, su llegada a la universidad marcaba algo más profundo: el retorno a un pasado que había intentado dejar atrás.

Helena, hija de una familia poderosa, siempre había preferido mantenerse al margen de las intrigas y los dramas que rodeaban a la élite de la universidad. Sin embargo, esto no siempre había sido así. Había un tiempo en el que los F4, el grupo más influyente del campus, habían sido parte importante de su vida. Recordaba claramente cómo solían pasar tiempo juntos, cómo las risas y las complicidades formaban parte de su día a día. Pero con el tiempo, esas amistades se habían desvanecido, casi como si nunca hubieran existido.

Ahora, caminando entre los edificios elegantes de Mingde, esos recuerdos se arremolinaban en su mente. No estaba sola en este viaje. A su lado, como siempre, estaban sus amigos más cercanos: Shancai y Quinge. Shancai, con su mirada más serena y reflexiva, había aprendido a ser cautelosa después de algunas experiencias difíciles en su vida. Su amistad con Helena se había consolidado con los años, y ahora ambas compartían una conexión que iba más allá de lo superficial. Quinge, por otro lado, siempre aportaba un toque de energía y humor a su grupo. Extrovertido y despreocupado, era el tipo de persona que sabía cómo hacer reír a Helena en los momentos más tensos.

Juntos, los tres habían formado un círculo cercano y confiable, alejados de las complicaciones que la vida en Mingde podía traer. Sin embargo, Helena sabía que su regreso no pasaría desapercibido para los F4. Aunque los había evitado durante años, la conexión que una vez compartieron no se había roto del todo. Con el tiempo, las amistades se desvanecen, pero nunca desaparecen por completo.

Mientras caminaba por el campus junto a Shancai y Quinge, vio a lo lejos la figura inconfundible del F4. Sus viejos amigos, ahora más distantes y desconocidos que nunca, seguían teniendo la misma presencia imponente que recordaba. Aunque ninguno de ellos la había visto todavía, Helena no pudo evitar que una oleada de nostalgia la invadiera.

-¿Te encuentras bien? -preguntó Shancai, notando el cambio en la expresión de Helena.

-Sí, solo recuerdos... -respondió Helena, con una pequeña sonrisa que no llegó a sus ojos.

Sabía que tarde o temprano tendría que enfrentarse a ellos, y lo que más temía no era el reencuentro en sí, sino la posibilidad de que esos antiguos lazos volvieran a surgir. ¿Cómo sería reconstruir una amistad que había sido olvidada con el paso del tiempo? ¿Serían los mismos jóvenes que una vez conoció, o el tiempo los habría cambiado demasiado?

Mientras Shancai y Quinge continuaban hablando a su lado, Helena mantuvo sus pensamientos en silencio. Sabía que este regreso a Mingde traería consigo desafíos inesperados, y que sus antiguas amistades estaban a punto de ponerse a prueba. Las conexiones del pasado siempre encuentran una forma de resurgir, aunque a veces lo hagan de maneras inesperadas.

Este era solo el comienzo de algo más grande, y Helena lo sabía.

Este era solo el comienzo de algo más grande, y Helena lo sabía

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