Capítulo 3

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Otra noche más y siento que estamos en una bola de nieve, más que no hay nieve, solo estoy en dentro de una bola, en donde siempre están los mismos lugares, las mismas personas y las mismas casas.

Los restaurantes abren a la misma hora y nunca los he visto cerrar, porque siempre salimos antes de que cierren.

—¿A dónde vamos ahora? — le pregunte curiosa, él siempre elegía le lugar.

—¿Te gustaría comer una canasta de galleta con helado? — asentí.

Los dos fuimos a esa heladería y la recuerdo. Mi sueño frustrado era tener una heladería y está, la que estoy viendo enfrente es la heladería de mis sueños con los mismos colores.

Me abrió la puerta, pero, yo estaba maravillada con esa heladería, esa heladería que tenía en mis sueños.

—¿Pasas? ¿Está todo bien? — pase y por dentro estaba lo que siempre he imaginado.

Las mesas se sostenían en esas coloridas pelotas de playa, las sillas se asemejan a galletas de chocolate, los muros estaban grafiteados con la temática de la heladería. Las luces eran un cono de helado y cada foco era de un color diferente. Rosa es fresa. Amarillo, es vainilla. Verde, es pistache.

No puedo creer que este abierta una heladería, es de noche.

—¿Qué quieres que te pida?

—¿No sabes que me gusta, Alan?

—Claro que sí. Un delicioso helado de mamey suave — sonreí ampliamente. —Busca un lugar en un momento voy contigo.

Era tremendamente loco, estoy en un lugar en donde siempre anhelaba tener, estaba en un sueño hecho realidad.

Alan de inmediato me dio ese exquisito helado, lo más bueno, porque era suave.

—¿Tú que pediste?

—Chocolate. — estábamos disfrutando los dos hasta que algo se me vino a la mente tirando mi helado.

Era una luz blanca y atenuante, demasiado brillante. Escuchaba algunas voces a lo lejos. Me dolía fuertemente la cabeza, hasta que se quitó, solo desapareció.

—Alan... — susurré con un dolor increíble en la cabeza. Alan solo se quedó mirándome.

—Ya es hora.

—¿De qué?

—Nada de esto es real. —me acomodó para sentarme en esas sillas con figura de galletas.

—¿De qué hablas?

—Estás inconsciente, tuviste un accidente — ¿qué está diciendo? —, te he estado acompañando todo este tiempo.

—¿No es real? ¿Esto no es real? Se sentía tan real.

—Tuviste un accidente automovilístico, eso causó tu desmayo, quedando inconsciente. Yo solo te hice compañía, mientras que despertabas, pero, ya no me necesitas,

—Si te necesito.

—Podrás hacerlo, lo lograrás sin mí. Tal vez todavía no me encontrarás...

—¿Estás en la vida real? — veía a mi alrededor que todo se estaba desvaneciendo.

Solo se acercó y me abrazo y susurró en mi oído: —Estarías bien sin mí.

—Por favor no me dejes. — estaba llorando.

—Nos volveremos a ver. — quería decir su nombreuna vez más, pero, él se desvaneció igual.

Solo un sueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora