3. Sirius Black

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Y entonces el túnel empezó a elevarse, y luego a serpentear

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Y entonces el túnel empezó a elevarse, y luego a serpentear. Solo se veía una tenue luz que penetraba por una pequeña abertura.

Se detuvieron jadeando, para tomar aire. Avanzaron con cautela hasta la abertura. Levantaron las varitas para ver lo que había al otro lado.

Había una habitación, muy desordenada y llena de polvo. El papel se despegaba de las paredes. El suelo estaba lleno de manchas. Todos los muebles estaban rotos, como si alguien los hubiera destrozado.

Las ventanas estaban todas cegadas con maderas.

Los chicos se miraron entre si, que parecía muy asustados.

La habitación estaba desierta, pero a la derecha había una puerta abierta que daba a un vestíbulo en sombras.

Dalila reconoció el lugar, Remus, su papá le había contado algo hacerca de la casa de los gritos dónde el la utilizaba para transformarse todas las lunas llenas, solo que nunca había visitado el lugar.

Hermione tomo del brazo de Dalila con temor. Miraba de un lado a otro con los ojos muy abiertos, observando las ventanas tapadas.

— Creo que estamos en la Casa de los Gritos—susurro Hermione.

Dalila asintió afirmando.

Harry miró a su alrededor. Posó la mirada en una silla de madera que estaba cerca de ellos. Le habían arrancado varios trozos y una pata.

—Eso no lo han hecho los fantasmas —observó.

En ese momento oyeron un crujido en lo alto. Algo se había movido en la parte de arriba. Miraron al techo. Hermione le tomaba el brazo de Dalila con tal fuerza que perdía sensibilidad en los dedos.

—Potter si no te hubiera hecho caso de venir con ustedes yo no estaría en esta situación—susurro con temor Dalila.

Harry la miró.

—Perdon.

—El hubiera no existe continuemos.

—Hermione pero si me puedas soltar por favor, mi brazo está frío de tanto que me lo estás aprendiendo.

La joven asistió con la cabeza y la soltó.

Tan en silencio como pudieron, entraron en el vestíbulo y subieron por la escalera, que se estaba desmoronando. Todo estaba cubierto por una gruesa capa de polvo, salvo el suelo, donde algo arrastrado escaleras arriba había dejado una estela ancha y brillante.

—Nox —susurraron a un tiempo, y se apagaron las luces de las varitas.

Solamente había una puerta abierta. Al dirigirse despacio hacia ella, oyeron un movimiento al otro lado. Un suave gemido.

𝐃𝐎𝐍'𝐓 𝐁𝐋𝐀𝐌𝐄 𝐌𝐄 (h. potter)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora