Capítulo 1

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Katsuki apenas percibe algo, aparte de un dolor atroz y una conversación apagada. La medicación le hace entrar y salir de la conciencia, lo que le cabrea porque le gustaría tener algunas respuestas, muchas gracias. Sin embargo, lo único que consigue es dormir.

Pierde la noción de los días, de las caras, del dolor y la siguiente vez que se despierta, plenamente consciente aunque cansado hasta los huesos, está solo.

A Katsuki no le gustan los hospitales. No hay nada agradable en el entorno estéril en el que se supone que debe sentirse seguro. Está al límite y si no fuera por la evidente falta de fuerza en sus piernas, ya habría salido por la puerta.

El pánico sabe amargo. Le temblarían las manos si no estuviera tan drogado con lo que sea que gotea en el tubo que tiene en la mano con una puta aguja. Lo mira fijamente y piensa en arrancárselo, pero tiene problemas mayores entre manos. Como el dolor punzante en la espalda y la falta de movimiento en las piernas cuando intenta una y otra vez levantarse de la cama.

La puerta se abre y entra lo que Katsuki supone que es una enfermera. Lleva bata, una de esas horribles batas blancas, así que es una apuesta segura. "Ah, Katsuki. Estás despierto. Voy a buscar a tu médico. Tu madre volverá enseguida, sólo ha ido a comer algo".

"¿Qué coño está pasando?" Ladra. Le sale áspero, su voz rasposa por el desuso. Ella le hace una mueca. Katsuki reconoce la lástima cuando la ve y no la quiere, joder.

"La doctora Shigaraki se lo explicará todo de nuevo, deme un minuto". Dice y vuelve a dejar solo a Katsuki.

Se toma su tiempo para evaluarse, arrastra una mano por su frente y nota lo vacío que siente el estómago. Le duele moverse, sea lo que sea lo que le pasa en la espalda, es jodidamente doloroso. Cierra los ojos para alejar el pánico y busca una explicación en sus confusos pensamientos.

Lo último que recuerda es que le arrastraron al zoo. Deku no le había dejado escapar, así que se había quejado todo el rato mientras se amontonaban en la furgoneta. Se negó a sentarse atrás, aplastado entre Jirou y Yaoyorozu, así que se sentó junto a Iida. Se había puesto los auriculares y no escuchaba la conversación, mirando por la ventanilla mientras conducían.

El trayecto fue tranquilo, con carreteras secundarias casi desiertas y campos que se extendían sin fin. Se detuvieron en un cruce muy transitado y lo último que recuerda es ver cómo un pequeño Sunfire negro se dirigía hacia ellos, su propia voz al gritar: "Deku, ¿qué coño estás haciendo?", y luego el sonido de los neumáticos chirriando y el metal doblándose alrededor del metal.

"¿Katsuki? Oh, cariño." Mitsuki llora. Katsuki nunca había visto llorar a su madre, así que abre los ojos y la ve dejar una taza de café en una mesa y correr a su lado. Tiene los ojos hinchados, enrojecidos y se le llenan de lágrimas mientras le mira, pasándose una mano por el pelo.

"¿Qué coño está pasando?" Él repite, busca respuestas en sus ojos, pero ella niega con la cabeza.

"¿No te acuerdas?"

"Recuerdo un puto accidente, sí". Katsuki supone que por eso está tumbado en esta cama de mierda, pero sus recuerdos son borrosos y poco fiables. Recuerda que le duele, recuerda que grita.

"El médico te lo explicará todo mejor. Ya lo hemos hablado una vez, pero estabas tan fuera de sí que no me sorprende que no lo recuerdes. Te tienen con la puta morfina. Dios, he estado peleando con ellos para que te pongan otra cosa. ¿Cómo te sientes, cariño?" Mitsuki aparta el pelo de la frente de Katsuki, nota que sigue sucio y se recuerda a sí misma que debe pedirle a la próxima enfermera que venga que lo limpie un poco.

Katsuki aparta su mano de un manotazo: "Joder, estoy bien. Sólo me duele y las piernas...". Se interrumpe porque no quiere decir 'no funcionan', sólo de pensarlo le da miedo. Su madre asiente y Katsuki ve cómo ruedan más lágrimas por sus mejillas. Por mucha pena que le dé a su madre, no le gusta verla llorar.

Un Paso Más Cerca - KiribakuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora