Capítulo 4

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Los ojos de Katsuki se abren de golpe cuando le golpean en la cabeza con una puta almohada. Uraraka se cierne sobre él, con el objeto ofensivo colgando de sus manos mientras le sonríe. "Buenos días, dormilón".

"¿Qué coño pasa? ¿Tienes ganas de morir?" Katsuki gruñe.

"Tendrías que atraparme para matarme". Uraraka dice entonces sonríe cuando Katsuki le lanza una mirada incrédula.

"No puedo creer que me hayas dicho eso. Eres una gilipollas".

Uraraka se ríe y deja caer la almohada sobre su cama: "Hace falta serlo para conocerlo. De todos modos, levántate. Arrastraré tu culo a terapia si hace falta. No voy a venir más a tu fiesta de lástima. Si quieres sentirte mal por ti mismo, hazlo cuando no tenga que mirarte".

Katsuki se incorpora, gimiendo. Había dormido boca abajo casi toda la noche, lo cual era un error. "Que te jodan. Fiesta de lástima mi culo". Refunfuña mientras se levanta, todavía perezoso.

"Tengo café preparándose. Vístete". Ella le echa una última mirada dura antes de irse. Se ha levantado, ¿qué más quiere?

Está enojado porque ella lo despertó, pero hay una pequeña parte de él que está agradecido. Una parte muy pequeña. Estar en la cama todo el día sólo hace que se odie más a sí mismo, pero levantarse e ir a terapia hace que se sienta culpable por todo el tiempo que se ha perdido.

"Le dije a Kirishima que vendríamos hoy, ¡así que será mejor que hayas sacado tu culo de la cama!" Uraraka llama desde la cocina. Katsuki se pasa las manos por el pelo, tratando de calmar la cabezonería, pero al final se da por vencido y se viste con chándal y camiseta de manga larga. Hace un tiempo horrible, frío y amenaza nieve, que es otra de las razones por las que casi nunca quiere salir de la cama. No soporta el puto frío.

"Ya estoy levantado". Katsuki gruñe mientras entra en la cocina. Uraraka toma una taza de café y se la da.

"Anoche nevó, así que quizá quieras un par de capas más y unos guantes. Pero seguro que no te los has traído, ¿eh? Seguro que tengo alguno por ahí". Da un sorbo a su propia taza y levanta un dedo para que espere mientras ella corre y él la oye abrir y cerrar cajones.

"Las obras se han alargado un poco, aunque sólo serán unas semanas más". Katsuki llama tras ella, pero probablemente ya lo sabe.

"Lo he oído, pero está bien. La espera merecerá la pena. Toma", vuelve corriendo a la cocina y deja caer un par de guantes en el regazo de Katsuki. "Esto también." Le pone un sombrero en la cabeza, lo bastante bajo como para taparle los ojos. Él aprieta los dientes y se lo quita de la frente mientras ella se ríe de él.

"Estás rara esta mañana. Más molesta que de costumbre". Se da cuenta.

"Sí, sí. Vámonos, que se nos hace tarde". Ella coge las llaves para arrancar el coche mientras Katsuki va a buscar una sudadera calentita para ponerse. Se pone los guantes, disfruta del calor, se mete la taza entre las piernas y sale, cerrando la puerta tras de sí.

El porche de Uraraka está limpio y las rampas están saladas, por suerte. No quiere ni pensar en cómo se manejan las sillas de ruedas en la nieve y el hielo. Hace un frío de cojones, le castañetean los dientes cuando llega al coche. Uraraka coge su silla para tirarla atrás mientras él se sube al asiento del copiloto.

Los viajes en coche se han vuelto más fáciles, aunque Katsuki casi siempre está tenso cuando conduce. El tiempo no ayuda a la ansiedad que se apodera de él cuando Uraraka se pone al volante y sale del camino de entrada. No tiene mucho sentido, ya que el día del accidente hacía un sol radiante. Pero las carreteras resbaladizas y el cielo nublado le revuelven el estómago y no puede seguir mirando por la ventanilla mucho tiempo antes de sentir que no puede respirar.

Un Paso Más Cerca - KiribakuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora