Capítulo 8

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Un año parece mucho tiempo, pero para Katsuki no ha pasado nada.

No hay nada en una fecha que debería tener peso, pero el cuatro de junio se siente opresivo y Katsuki no puede arrastrarse fuera de la cama.

El primer año es el más importante. Lo era. Era el más importante y ha mejorado, lo sabe. Siente las piernas. Puede estar de pie, caminar, moverse para estar más cómodo en la cama. Puede hacer más de lo que le habían dicho que haría nunca y eso debería ser suficiente, pero sigue sintiéndose como si fuera nada.

Su orgullo, siempre hinchado hasta reventar, parece inexistente. ¿Acaso importa ya? Ha conseguido lo que se proponía, aunque tenga que usar aparatos ortopédicos y una muleta, es lo que quería... ¿no?

Tal vez por ahora sea suficiente. De todas formas está cansado. Llama a terapia, finge estar enfermo y vuelve a la cama.

A Katsuki deja de importarle.

Es algo gradual, pero todos lo notan. Lo nota en la forma en que le miran, sobre todo Uraraka y Kirishima. Aun así, no se atreve a preocuparse lo suficiente como para ir a terapia la mitad de las veces y, con Uraraka trabajando más horas, no tiene que lidiar con la compañía constante. De todas formas, no necesita que nadie cuide de él.

Al principio no dicen nada. Katsuki se pregunta si se lo esperaban, imagina que sí. Probablemente.

Nunca ha sido de los que se quedan sentados sin hacer nada, pero ahora siente que no tiene otra opción. Nada de lo que hace cambia cómo se siente emocional y mentalmente, y eso es una jodida putada con la que lidiar.

Katsuki nunca ha tenido que bajar el ritmo. Ni por sí mismo, ni por nadie, pero ahora se encuentra en un punto muerto y no sabe cómo empezar a moverse de nuevo.

Sin los intensos ataques de ira, no le queda nada. No sabe adónde ha ido a parar la rabia, pero le ha abandonado y ahora se siente vacío. Imagina que es el duelo. Conoce las cinco etapas, sabe que está muy lejos de la aceptación, pero no sabe qué coño está sintiendo ahora, aparte de todo y nada a la vez.

Es esa extraña mezcla de sentirse completamente desesperanzado y totalmente indiferente. Katsuki nunca se ha considerado débil, pero ahora, mirándose al espejo... Es todo lo que ve. Puede ver la debilidad en las ojeras, en el enrojecimiento de sus ojos por el puto llanto constante, en su pelo crecido y revuelto, en la ropa que ha llevado durante tres días seguidos. Todo está aquí, a la vista y fácil de entender. Es un pedazo de mierda.

Deja de ir a terapia.

-

Eijirou es muy consciente de que no le corresponde tenderle la mano a Bakugou. Sabe que en realidad no es asunto suyo, pero que le parta un rayo si eso le impide intentarlo de todos modos. Duda, por supuesto, pero insiste los primeros días después de que Bakugou deje de ir a terapia. Le pregunta si está bien, si está enfermo, si se encuentra bien, si necesita hablar con alguien, y todos los mensajes son leídos, pero no respondidos. No le sorprende.

"Te lo dije", empieza Denki la siguiente vez que Eijirou se dobla en su silla y suspira, largo y tendido, "está agotado. No puedes culparle, Ei".

"¿Crees que lo hago?" pregunta Eijirou. Se sienta y se acerca a su escritorio para apoyar los codos en la mesa y la cabeza entre las manos. "Aunque no sé qué ha cambiado. Durante mucho tiempo estuvo decidido, deseoso de lanzarse de cabeza a cualquier cosa, pero es como si se le hubiera apagado el fuego y simplemente... se hubiera rendido. ¿Se rindió?"

"Querido", dice Mina suavemente, "por muy fuerte que sea Bakugou, no es inamovible. Mentalmente, probablemente le ha pasado factura y no parece el tipo de persona que sabe cómo enfrentarse a este tipo de cosas. Sé que quieres ayudar, pero no creo que puedas hacer nada".

Un Paso Más Cerca - KiribakuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora