Capítulo 2

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El clima no había mejorado en lo absoluto, todo lo contrario, lo que al principio parecía una pequeña lluvia nocturna se había convertido en una nevada. Extraño para los lugareños, ¿cómo era posible tal cosa en un lugar en medio del bosque? Lo más cercano a invierno que tenían a penas se asomaba a los 13 grados, nada menos.

Para ellos era inusual, pero para quien portaba la máscara, observándolos a lo lejos, era de todos los días.

No se quedaría por mucho tiempo, debía continuar su camino antes de que descubrieran que, el causante de tanto caos era él mismo. Ya había completado el encargo del día anterior, nada más tenía por hacer. Sus celestes cabellos ondeaban con el frío viento "invernal", si se le puede llamar así en pleno verano, acomodaría un mechón solitario atrás de sus alargadas orejas, en lo que se daba la vuelta en dirección a las afueras de la aldea.

Sus pasos eran sonoros, las monedas de oro que cargaba consigo golpeaban entre sí cada vez que caminaba por el sendero del bosque. Pensar que hacer con tanto dinero sería complicado, no tenía interés alguno en cosas materiales, mucho menos necesitaba comida o agua ya que todo lo conseguía por mano propia, cazando, nii siquiera podía usarlo para comprar aquella tan necesitada poción que tomaba cada vez, al menos hasta poder contactar con el vendedor.

Soltó un pesado suspiro, llevando su mano a la cabeza, su rostro era cubierto por aquella tan preciada máscara que, aunque rota, ocultaba el tormento que sentía cada vez que la usaba. Fuertes dolores de cabeza, a pesar de no ser tan comunes, llegaban a ser un martirio por momentos. Soportables, debía cargar con eso, buscó mil y una soluciones, pero nada parecía funcionar, llegó un momento en que aceptó su destino, que no había forma de repararla.

Daba igual, llegó a pensar que era su castigo por todo lo que había hecho en el pasado, tantas muertes que ocurrieron por culpa suya. Elevó sus manos al frente mientras caminaba, observándolas, una leve imagen se le apareció, la sangre goteaba por sus dedos, manchando el piso y su propia ropa, un recuerdo o la realidad.

Se detuvo en seco, sacudiendo su cabeza y cerrando sus puños, como si intentara borrar por completo aquella imagen, cuando volvió a ver sus manos estas estaban limpias, no había nada. Suspiró de nuevo, ¿cuántas veces lo había hecho? No sabe, pero esto cada vez era peor, las ilusiones continuaban y no cesarían hasta que consiguiera la poción.

—Vamos Yuuki, son solo ilusiones, no caigas en ellas, eres más fuerte que esto.

Pronunció casi en un susurro, tratando de convencerse a sí mismo, a veces funcionaba y otras solo empeoraba todo. Levantó su mirada observando el cielo, las nubes se agrupaban cambiando de color oscureciendo todo a su paso, estaba claro que no había funcionado.

Quitó todo pensamiento hasta quedar en blanco, y luego, continuar su camino. El sendero cada vez se hacía más profundo, la frondosidad del bosque incitaba a cualquier persona a explorarlo, pero en este caso no funcionaba para él.

Bien sabía que, a pesar de ser un lugar con mucho para ofrecer, del mismo modo podía albergar miles de peligros, estaba preparado para cualquier cosa. Puede parecer pequeño y débil, pero tenía mucho para ofrecer, como siempre dicen, las apariencias engañan.

Pasó una de sus manos por sus cabellos, acomodándolos a lo que le permitía, por un segundo creyó escuchar algo, como si el viento quisiera hablarle. Volteó rápidamente para intentar buscar lo que en realidad no estaba, no había nada, estaba solo, como siempre.

Negó con la cabeza y se dispuso a caminar de nuevo, pero esta vez, escuchó algo, estaba seguro. Una voz suave, elegante, en un tono encantador, la reconoció casi al instante, estaba claro, la conocía.

A Golden Dinasty: El secreto del solDonde viven las historias. Descúbrelo ahora