|El otoño robó un verano, un fragmento de mi vida.|

8 2 0
                                    

Lo primero que hice después de que te fueras fue intentar caminar, pero el frío que cubría mi alma era tan abrumador que apenas podía dar un paso. El otoño se había instalado en mi interior, y cada hoja caída representaba un recuerdo que se desvanecía con el viento.

Caminé por las calles que antes habíamos recorrido juntos, pero ahora cada esquina, cada banco del parque, estaba teñido con la nostalgia de tu ausencia. Cada vez que veía a una pareja sonriendo, recordaba cómo solíamos ser nosotros, y el dolor en mi pecho se volvía insoportable.

Intenté distraerme con actividades que antes disfrutaba, pero todo parecía carente de significado. El mundo perdía su brillo sin ti a mi lado. La música ya no tenía la misma melodía, la comida carecía de sabor y las risas de los demás sonaban huecas en mis oídos.

Mis amigos trataron de ayudar, pero no podían llenar el vacío que habías dejado. Las noches eran las peores, cuando la soledad se hacía más intensa, y tu imagen se materializaba en mis sueños como un fantasma que se negaba a desaparecer.

Intenté escribir, como solía hacerlo cuando quería expresar mis sentimientos, pero las palabras eran inútiles frente a la magnitud de mi dolor. Mis manos temblaban al escribir tu nombre, y las lágrimas empapaban las páginas de mi diario.

El tiempo pasó, pero mi herida seguía abierta. Aprendí que algunas heridas no sanan completamente, y que llevaría tu recuerdo conmigo para siempre. Cada día era un recordatorio de lo que habíamos compartido y de lo que había perdido.

No te superé, y quizás nunca lo haga por completo. Pero aprendí a vivir con la tristeza, a aceptar que el amor a veces duele tanto como hace feliz. Y aunque las hojas de otoño siguieran cayendo, yo seguía caminando, llevando tu recuerdo en cada paso que daba, esperando que algún día, la vida volviera a tener sentido sin ti.

Memorias de un verano perfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora