Memorias de un verano perfecto

|Aún asi, podre atravesar el inmenso mar que nos separa|

Desde el primer minuto en que habitaste en mi corazón, sentí cómo el dolor comenzaba a marcar peldaños en mi vida, sin razón aparente. Fue en aquel verano cuando el mar se volvió peligroso, y una tormenta feroz se apoderó de mi alma, sumiéndome en un caos incomprensible.

En medio de ese caos, decidí renunciar a la valentía y guardar en lo más profundo de mí lo que sentía. Metí mis emociones, mi agonía, en una botella y la lancé al mar, resignándome a que tú nunca regresarías, que ya no serías la persona que esperaba encontrar bajo el sol naciente.

Ya no eras tú, y durante un largo período, sentí que no era nadie. Aquellos recuerdos que quedaron bajo el mar esperaban pacientemente, esperando a que recordara tu promesa de estar juntos por siempre. A medida que seguía adelante por mi camino, las olas del destino no lograban vencerme, pues luchaba con todas mis fuerzas.

Dentro del cofre del destino, guardé todas las promesas que hicimos, buscando los luceros que habían quedado extraviados en algún punto de nuestras vidas. Sabía que en algún momento, bajo el sol radiante de un nuevo día, nuestra historia resplandecería como una melodía inolvidable.

A pesar de los altibajos, la esperanza persiste en cada latido de mi corazón, como un faro que guía mi camino. Rechazando las tormentas, enfrentando los vientos desafiantes, encuentro consuelo en este poema, donde nuestra promesa sigue viva hasta el final.

Así que en el rincón más íntimo de mi corazón, mantengo viva la llama del amor y la pasión. Y en cada nuevo día que llega, renace la esperanza, en esta odisea que continúa entregándome lecciones valiosas.

Nuestra promesa sigue ardiendo, y en este viaje, en esta historia, en este portal de emociones, recuerdos y anhelos, tú sigues habitando en mi corazón, eterna y brillante. Nuestro amor perdura como un faro constante, iluminando el camino en esta travesía que es la vida.