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Advertencias: fic de época con muchas atribuciones. Chanmin como pareja principal, pero al ser un fic harem, también existirán otras interacciones. Drama y fluff.

Seungmin estaba terminando de beber la sopa de mariscos, cuando las puertas del comedor fueron abiertas y entró Chaewon con una expresión radiante y llevando un nuevo hanbok

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Seungmin estaba terminando de beber la sopa de mariscos, cuando las puertas del comedor fueron abiertas y entró Chaewon con una expresión radiante y llevando un nuevo hanbok. De su cuello, cargaba un hermoso collar con piedras preciosas, y escuchó las exclamaciones de las cortesanas a su alrededor.

El chico se forzó a sonreír, a pesar de que por dentro sentía el disgusto florecer. Quiso sentirse mal por estar pensando así, y más de quién era una gran amiga, pero no podía evitarlo.

―¿Cómo te fue, Chaewon? ―preguntó Karina, que había acabado de su plato minutos atrás.

―¡Bien! ―Chaewon se rió con torpeza, luciendo encantadora y preciosa―. El príncipe me ha regalado estas cosas, ¿no son bonitas? Incluso tomamos desayuno juntos.

Seungmin miró con desagrado su sopa, a medio comer. No le gustaba mucho ese plato, no era un gran fanático de los mariscos. Sumado a eso, su estómago se cerró por completo gracias a las palabras de Chaewon.

―¿De verdad? ―se animó Irene―. ¡Es tan encantador, ¿no?! Dijo que podíamos salir a cabalgar algún día.

El muchacho ya lo tenía claro, era la tercera vez que Irene lo decía desde que volvió, el día anterior, del cuarto de Chan.

―¿Y qué fue lo que hizo contigo, Chaewon? ―preguntó de pronto Dahyun, y las chicas soltaron risitas de diversión. Parecían aprovechar que el sacerdote no estaba allí―. El príncipe es un hombre muy bien dotado por los dioses.

Más carcajadas estallaron. Seungmin volvió a beber de la sopa, tratando de aguantar la sensación desagradable de la comida.

―¡No deberíamos hablar de eso! ―chistó Irene, pero tenía una risa enorme en su rostro.

―Me probó ―confesó Chaewon, y más chillidos se escucharon―. Él me desnudó entre besos y se metió entre mis piernas, ¡me hizo alcanzar el cielo!

Sus amigas no podían resistirse a gritar y emocionarse. Seungmin hizo un pequeño puchero, tratando de mantener la envidia a raya.

―Yo también lo probé ―intervino Irene, en medio de las risitas hormonadas―, me arrodillé ante él y lo probé, ¡dijo que lo hacía perfecto!

¿Cómo sus amigas podían hablar tan desvergonzadamente? Seungmin de verdad que quería reírse con ellas, pero resulta imposible, tanto por la vergüenza como por los celos al comparar lo que Chan hizo con él y lo que hizo con ellas.

―Nos tocamos mutuamente ―habló Karina, ruborizada, pero alegre―, él se vino en mi mano y yo me vine con la suya.

Muchas más risitas y chillidos. Las chicas miraron a Dahyun, expectantes a que la mayor hablara. Seungmin no quería oír lo que diría ella, que era la que parecía más cercana al príncipe.

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