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El día empezó lento para Adonis. Se despertó tantas veces en la madrugada pendiente de la hora en su celular que el descanso fue mínimo. Debía levantarse temprano para ir a su trabajo, apenas inició esa semana y temía llegar tarde. No era su trabajo soñado: estudió Diseño gráfico y por mucho tiempo soñó estar en una empresa de publicidad grande haciendo sus obras maestras para grandes compañías, en vez de eso buscó por meses sin éxito y al final ha terminado de cajera en una gasolinera usando un uniforme usado más grande que su talla y un salario modesto.

Podía ser peor y en eso trataba de consolarse, pudo quedarse en la calle: poco le faltaba a su papá cortarle el dinero que le enviaba para que se ayudara a establecerse. La situación está difícil y esa era la contestación que le daba al señor cada vez que le preguntaba si encontró algo, obvio que no, si se metió en un mercado saturado sin darse cuenta. Mañana le llamaría: "conseguí trabajo en una gasolinera" a la mierda los títulos, las noches de desvelo, las horas extras que su viejo hizo para que ella no tuviera deudas estudiantiles. Las comisiones que ganaba en redes tampoco eran altas, se quedaba sin internet por falta de pagos...

Se revolvió en las sábanas pensando en la cara de su papá, estará decepcionado. Sin poder pegar más el ojo por qué el sueño se escapó se pudo de pie y decidió hacer un café mientras que daba la hora para prepararse para ir a su trabajo. No estaba emocionado, se prometía que la solución sería temporal y que no podía rendirse, en alguna parte esa puerta se abriría. Se lavó la cara mientras que el olor se esparcía por el departamento. Desde el espejo de su baño podía ver las dimensiones de la habitación a sabiendas que es demasiado pequeño, no importa dónde pusiera la cama esta siempre estaría o cerca del baño el cuál por más que limpiará siempre tendría ese olor acre, o dando a esa pared, la vecina por cierta era bien activa en la cama por las noches y los fines de semana no le dejaba dormir.  Se prometió que tendría algo más grande.

Aún el sol no se asomaba en el horizonte de aquella ciudad y salió del departamento. Era un edificio que antaño fue un almacén y que ha guardado de todo, ahora solo le hicieron divisiones en el el segundo piso y agregaron baños en algunas, a eso le llamaban departamentos, eran baratos, calientes como hornos en el día y brutalmente fríos de noche. Escondía la laptop, su único artículo de valor entre una abertura en la pared y la terminaba de esconder con la cama. La confianza era un lujo y no podía confiar en los vecinos.

Las calles seguían adormiladas, los bares ya tenían algunas horas con las puertas cerradas pero sus clientes aún merodeaban por las calles. Algunos desdichados dormían en las aceras sobre cartones y envueltos en cobijas o plásticos, el olor a heces en la madrugada era más penetrante durante el verano.
Corrió, debía tomar ese primer autobús que partía en la madrugada y que hacía una parada exactamente a diez metros de la gasolinera, a esa hora sería fácil llegar pues las carreteras apenas tendrían vehículos.

La madrugada en la capital es tan diferente. Las almas en pena aún rondan buscando algo que en sus delirios por las drogas habrían olvidado. En cuanto la luz espante las sombras ellos también desaparecerían hacia lugares menos concurridos de la ciudad, con algún tesoro para comer o robado, lo más probable es que busquen refugiarse en algún sitio donde poder perderse en el tiempo y espacio envueltos en una manta de humo y escosores en la nariz.

Adonis lo logró, el autobús estaba ahí casi esperándolo, se subió tranquilo y el conductor cerró las puertas para salir. Podía ver las casas de madera  que luchaban mantenerse en pie en las laderas de un río. Una ciudad con diferentes caras de la moneda, hacia sus calles céntricas los comercios levantan sus portones mostrando una cara
pulcra, con letreros de ofertas llamativos y maniquíes bien vestidos, los faroles llevaban en lo alto su luz y un par de macetas de buen tamaño con flores colgante de un rojo vivo, bancos, pequeños parques con alguna escultura en medio de un jardincito ien cuidado. Algunos edificios llevaban a cuestas sus años de funcionar y lo presumían en sus anuncios. Adonis recordó que esa primera navidad había un ambiente perfumado a ciprés y luces tintineantes, pero en dirección a las otras calles hacia donde él habitaba el paisaje cambiaba radicalmente, edificios y casas tan antiguos como la ciudad desaparecían en montañas de escombros y maleza que crecía sin control con habitantes durmiendo sobre ellas y cartones en estado de putrefacción.

¿Cómo llegó aquí?

Paciente HorizonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora