Habían pasado semanas desde aquel día en el que Chuuya propuso matrimonio a Dazai y este aceptará entre lágrimas formar una familia con él. Al principio todo fue euforia y sensaciones maravillosos, el simple hecho de ver el anillo en sus dedos provocaba que el corazón les diera vuelcos repentinos que les impedía dejar de sonreír como si fuesen adolescentes enamorados. Sin embargo, después de esa felicidad inicial llegó lo más duro, el verdadero trabajo que había quitado el sueño más de una vez al pelirrojo por las noches. El castaño se lo tomaba con mucha más tranquilidad. Mientras que pudiese llamar "esposo" al pintor todo lo demás no tenía importancia, eran simples detalles.
Empezaron por decidir el lugar donde se celebraría la ceremonia y aunque barajaron varias localizaciones, al final decidieron que el lugar sería en un pequeño castillo que se encontraba a la afueras de un pueblo cercano. Dazai con sus contactos consiguió el lugar sin ningún tipo de problemas y a un precio más razonable. Después simplemente empezaron a mirar cosas como la decoración, música y elementos extra que necesitarán durante la ceremonia y la fiesta posterior.
Para Chuuya todas esas decisiones o tan solo ver la gran cantidad de opciones que había para cada elemento era algo bonito y algo que le causaba una ilusión que no podía haberse imaginado antes. Cada vez que se encontraba indeciso entre varias cosas, simplemente dejaba volar su mente libremente y se imaginaba a Dazai consigo mismo observando toda la escena. Enseguida su corazón daba un respingo y sabía cuál era la opción correcta. Sus sentimientos siempre habían sido sinceros con él y no pensaba dejarlos de lado en algo tan importante.
Para Dazai sin embargo nada de esos preparativos le producía tanta ilusión o emoción como ocurría con el pelirrojo. No entendía por qué ponía tanto esfuerzo y dedicación a unos simples detalles teniendo un trabajo más importante como su proyecto personal de la galería. A pesar de que el castaño era quien tenía el horario de sueño desordenado, había perdido la cuenta de cuántas veces tuvo que quitarle las revistas de boda a Chuuya de las manos para que se dignara a dormir por las noches.
¿No era suficiente con que simplemente se dieran el "sí quiero"?
Solo hacía todo aquello porque a su prometido le hacía ilusión. Para Dazai era tan fácil darse cuenta de que el pelirrojo no podía dejar de pensar sobre el tema ya que cada vez que le miraba se daba cuenta de cómo es que sus ojos cristalinos brillaban como si hubieran sido bendecidos por los mismísimos rayos del sol. Ser simplemente testigo de ese detalle le valía la pena. Sin embargo, eso no hacía que las cosas fueran fáciles. De forma inevitable habían veces donde discutían y se creaban tensiones alrededor de la relación.
Por suerte, en estas ocasiones eran capaces de percibir cuando el contrario había llegado a su límite con tan solo observar su lenguaje corporal. Siempre habían detalles que únicamente el otro podría percibir y ninguno de ellos lo ignoraba. De esa manera conseguían detenerse y evitar decir palabras hirientes de las cuales probablemente se arrepentirán más adelante.
Por suerte habían varias cosas de los preparativos de las cuales tenían que encargarse de forma individual obligatoriamente y eso significaba tener una excusa para tomar algo de distancia respecto al otro. Como consecuencia se hace más fácil aliviar las tensiones que se habían ido acumulando y echarse de menos al otro.
Una de las tareas individuales era elegir la vestimenta que llevarían los novios al altar y una de las primeras cosas que el entorno de Chuuya le recomendó hacer. Con los arreglos que podría necesitar para que pudiera verse impecable seguramente necesitaría semanas de antelación y él no era alguien a quien le gustara hacer las cosas corriendo y mal. Es por eso que acudió junto con Albatross a un sastre especializado que Verlaine les había recomendado e insistido que fueran. Al parecer el dueño de este era un conocido suyo y que serían tratados de la mejor forma posible.
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El pintor solitario |Soukoku|
ФанфикDesde que tenía memoria Nakahara Chuuya había soñado con una cara de un hombre que aparecía en distintos escenarios. No tenía ni idea de dónde venía, no era alguien que conociese pero definitivamente su mente se encargaba de que no pudiera olvidarlo...