Capítulo final

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Habían pasado unas cuantas semanas desde el momento en el que Chuuya recuperó sus recuerdos de su vida pasada y se encontró con su actual pareja Dazai. Por qué si, lo dicho por Dazai de vivir juntos había ido en serio desde el primer momento, prácticamente no se habían separado en ningún momento.

Tras aquella primera mañana que pasaron juntos, al menos hasta que Chuuya de quedó dormido, Dazai se tomó las molestias de buscar las llaves de su casa para salir a por algunas de sus cosas. Lleno varias bolsas que tenía con sus pertenencias y en el camino de vuelta se encargó de hacer varias copias de la llave. Si a Chuuya se le ocurría quitarle uno de ellos, tendría los demás por si acaso.

Desde que el pelirrojo se despertó más tarde su vida pareció no parar de dar giros y sufrir cambios que le hicieron desear haber seguido con su vida sin saber quién era Dazai. Una de las cosas que noto de primeras fue como la casa cambió desde que había alguien más entre esas paredes. Todo se había vuelto más ruidoso y más desordenado además de sucio. A Dazai no le importaba el hecho de encontrarse en la casa de alguien más y simplemente actuaba como si estuviera en la suya propia.

Definitivamente habían tenido discusiones por esa razón y por muchas otras pero únicamente parecía Chuuya quien era el afectado por todos esos encontronazos. Dazai únicamente se reía e insistía al contrario para que volviera a hablarle de nuevo cuando le intentaba aplicar la ley de hielo.

El más alto era consciente de que el pelirrojo nunca podía pasar una noche sin hablarle aunque estuviera enfadado. Definitivamente utilizaba esa información sin sentirse avergonzado por ello cada vez que lo quería. Al fin y al cabo seguía adorando como cambiaba la cara de su pareja cuando se molestaba. Le encantaba como el color azul de sus ojos se intensificaba cada vez que ocurría aquello. Simplemente no podía evitar no admirarlos.

Chuuya llegó a preguntarse si no había nada que consiguiera hacer enfadar a alguien como Osamu Dazai.

Definitivamente había algo o más bien alguien.

El hecho de que Chuuya le hubiese explicado a Albatross que prácticamente de no socializar había pasado a vivir con alguien que ni siquiera le había presentado fue algo que definitivamente causó problemas.

El rubio inmediatamente acudió a la casa del pelirrojo pensando que este se había vuelto loco. Fue el mismo Dazai quien le abrió la puerta antes de que pudiera usar la llave para entrar. El más alto no perdió la oportunidad de mirarlo con una sonrisa de superioridad y aquello sacó de quicio al contrario.

Los dos adultos prácticamente empezaron a discutir en la puerta cada uno utilizando sus argumentos con un objetivo distinto.

Albatross quería sacar a ese loco como fuera de la vida de su mejor amigo ya que estaba claro que había hecho para lograr salirse con la suya.

Por otro lado, Dazai quería quitarle la llave que tenía de aquella casa para que ya no tuviera libre acceso. Albatross podría ser su amigo de la infancia pero Dazai no confiaba en nadie más que no fuera el mismo para proteger a Chuuya. Aún menos después de haber comprobado que tenía el suficiente descaro de dejarle aquella nota en la puerta de su casa con total confianza.

Como si aquel objetivo del castaño no fuese suficiente, quería conseguir algo más. Si de paso lograba que aquel rubio desapareciera de la vida de su querido pelirrojo se llevaría una alegría. Al fin y al cabo ahora que estaba físicamente presente no necesitaba a nadie más para que le cuidase, solamente él sabía lo que chuuya necesitaba.

Al final, alarmado por los gritos que se escuchaban Chuuya acudió a la puerta y enseguida se dio cuenta de que estaba viendo las protestas de dos niños que no aceptaban un no como respuesta. El pelirrojo ni siquiera pensó en intervenir en la pelea de esos dos. De una patada saco a Dazai fuera de la casa y simplemente cerró la puerta rápidamente bajo el grito de "¡No hablaré con ninguno de los dos hasta que lleguéis a un acuerdo!".

El pintor solitario |Soukoku|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora