< ONE SHOTS > pepxmou

El poeta

El frío viento sopla en mi rostro, caminando sobre el camino granulado y mezclado de tierra y grava, los leves zumbidos y corrientes chocan entre mis ropas, Barcelona no puede sentirse más frío que otras temporadas, se acerca el invierno, y pronto las hojas comenzarán a abandonar los árboles, pintando de un café anaranjado las brechas entre calles. Mi divagación y palabrería pudo haber durado mas, mis amigos lo dicen, soy El poeta, vaya apodo me he ganado, pero que mas da, es lo qué pasa cuando le das un sentido tan delicado a las cosas, a las experiencias, los sentimientos, es simplemente único.

Mientras sigo mi recorrido a casa siento de pronto algo compacto chocar conmigo, no era algo, si no alguien.

" En un segundo lo admiré
Al bajar el rostro pude verlo
Envuelto en el aroma a otoño"

Un chico, unos centímetros más bajo que yo, un hermoso petiso admirable, con unos ojos que reflejaban su alma entera, y de pronto de su boca salió la melodía en portugués más sensual que me he permitido escuchar - você não tem cuidado?, filho da...- y de pronto deje de escucharlo, sus achocolatados ojos me envolvieron, y el rubor en sus mejillas me atraparon - ei, estou falando com você - chilló al ser ignorado por el más alto.

-hum? - pregunté, pude ver como el chico suavizaba su mirada, estaba igualmente confundido, - lo siento... no hablo portugués - respondí al ver su mirada sobre de mi - Josep Guardiola por cierto, un gusto - devolví ofreciendo mi mano a estrechar, y admiré como un ligero carmesí teñía su rostro. Devolvió la acción y con sus suaves manos apretó en un pequeño movimiento la mía - José Mourinho - dijo esta vez, supuse que me había comprendido, pero, hablaba español?, o simplemente le fue fácil intuir la pregunta debido a la semejanza de idiomas?, no comprendí, estuve a punto de preguntarle pero de pronto simplemente se marchó, seguí sin comprender, no le había agradado?, será eso, se sintió ofendido, es decir, el?, si bien no le importaban las chicas que solían fijarle o no atención por alguna extraña razón el que el petizo se fuera sin decir nada me hizo cabrear, seguí con lo que hacía y seguí con mi camino a casa.

No espere visitas, odiaba las multitudes, pero cuando vi al chico parado frente mi puerta solté un largo suspiro, tal vez no estaría tan solo. - Pep!, ahí estás, llevo bastante aquí parado esperando a que abrieras - me dirigió Enrique, uno de mis pocos y casi escasos amigos, lo conocí en universidad y desde ese entonces se la vive robando algunas de mis poesías para ligar - hombre, no saludas? - volvió a hablar al ver que solo dedique a girar la perilla de la puerta - hola Enrique, cómo estás? - decidí preguntar, así lo tendría hablando unos 15 minutos de sus nuevas conquistas o tal vez de si mismo. - yo he estado muuy bien, de hecho tengo algo que contarte - ahi vamos otra vez, Enrique y sus locuras. - Hace unos días en una fiesta conocí a un chico, un portugués apuesto, alto y con un rostro que parece tallado por los mismos dioses - alardeó - Su nombre es Luis Figo, y luego de habernos besado desenfrenadamente en los baños de un hotel, me invitó a una fiesta el día de hoy, quieres ir? -

Probablemente no le había puesto tanta atención hasta el momento en el que me hizo la invitación, volteé rápidamente a verlo, desconcertado y sorprendido, Enrique nunca me invitaba a sus planes por ser "aburrido" según el - Yo?, en una de tus fiestas?, seguro que te sientes bien Enrique - la expresión de mi amigo era increíblemente ilegible, - por su puesto que me siento bien!, te estoy haciendo una invitación por las buenas - dijo con un tono "ofendido" - ademas si te estoy invitando es porque Figo me dijo que tenía un amigo algo raro, soltero y estaría en esa fiesta igual, así que pensé en qué tal vez podrías darte la oportunidad de conocer a alguien fuera de las cuatro paredes que te alejan del mundo diariamente -. Era cierto, casi no hablaba con nadie, Enrique podía ser catalogado como mi único amigo, - y yo que ganó con eso?, me dirás qué amigos? -, Enrique sintió y yo solo rodé los ojos, aunque podría servirme como distractor y solo tal vez como una fuente de inspiración, - a que hora es? -, me rendí ante la tentadora idea de poder hablar con alguien, quien sabe y con suerte el chico acababa agradándome.