Anastasia la orgullosa princesa que no cree en el amor tiene que pasar por cosas que le cambiarán la vida, y una de ellas es la llegada del orgulloso y apuesto Duque Nicolás que le cambiará su pensamiento de que en el reino de vampiros el amor no ti...
Mi vestido era completamente diferente a cómo estoy acostumbrada, todavía no me había vestido por completo, tenía el vestido tendido en la cama, listo para usarlo. Nicolás ya había salido de la habitación a hablar con "sus viejos amigos" todo estaba listo prácticamente y en ese momento, la puerta sonó... Abrí la puerta un poco nerviosa u ahí estaba Gabriel.
-Nick no está aquí- dije mientras intentaba cerrar la puerta de nuevo, pero la mano de Gabriel la detuvo.
-No estoy buscando a Nicolás, te estaba buscando a ti- dijo con su mirada perdida, sentí el miedo al instante ¿por que a mi? Así que decidí crear una nueva faceta.
-¿ah si? ¿Puedo saber a qué se debe? - dije con mi mirada cargada.
Vi que me ofreció un antifaz con delicadeza.
-Eres una criatura deslumbrante, es una fiesta de antifaces así que por favor úsalo, a las doce podrás quitártelo- dijo con una mirada seductora ¿que está pasando? Se acercó a mi oído y me susurró:
-El rojo te quedará exquisito- y mientras susurraba eso, si nariz rozó mi cuello.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Lo aleje de manera delicada y lo mire confundida, tenía miedo de ser brusca y ofenderlo, podría hacerle daño a Nicolás o a mi Reino...
-Te veo en el baile... Reina- dijo con una sonrisa de lado mientras cerraba la puerta.
Me sentí asquerosa, me sentí sucia, me sentía marcada por su olor, tenia nauseas y no podía controlarlas. Tuve que ignorar lo que acababa de ocurrir, me vestí, me peiné y salir con el antifaz, me quede afuera del gran salón esperando a Nicolás...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
-Te ves bellísima Anastasia- me dijo Nick mientras se acercaba a mi con esos ojos azules que pueden leer todo lo que quiero decir.
-Tú no luces nada mal- le dije mientras le arreglaba la corbata.
Entramos al salón y todo era rojo... todo el salón olía a menta, a menta con madera...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
