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Cuando Jihyo se marchó de la casa de Jeongyeon, que no fue mucho después de contarle acerca de su comrpomiso, Nayeon finalmente se sentó a su lado en el sofá

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Cuando Jihyo se marchó de la casa de Jeongyeon, que no fue mucho después de contarle acerca de su comrpomiso, Nayeon finalmente se sentó a su lado en el sofá. Comprendió que al llegar, Jeongyeon no haya dicho nada, ya que se encontraba con alguien más allí y sería un tanto aterrador saludar a la nada. Ambas jóvenes se miraron por un rato, sin decir nada, hasta que Nayeon se acercó a la menor, pretendiendo apoyar su cabeza en su hombro.

Estuvieron en silencio por algunos minutos, ninguna sabía cómo comenzar la charla luego de lo confesado hace días atrás. Se sentían nerviosas y un poco avergonzadas, tal como adolescentes después de invitar a su crush al baile de graduación.

— Nayeon, me gustaría que nos demos una oportunidad, sabes... —Jeongyeon empezó hablando, sorprendiendo a la otra chica con sus palabras—. Quizás sea un poco raro, considerando que yo estoy viva y tú...

— Muerta, lo sé. No tengas pudor en decirlo.

— Muerta... Sí —su mirada baja, lo que Nayeon pudo interpretar correctamente; se sentía triste y duro decir aquellas palabras, mucho más ahora con sentimientos románticos encontrados—. Sé que tal vez sea una locura, muchos lo llamarían estupidez, pero realmente me di cuenta de que no quiero estar sin ti, me gustas mucho... Más que eso, realmente me estoy enamorando de ti, y no quiero limitar mis sentimientos por ésta barrera. Sé que puede ser difícil, pero estoy segura de que de alguna manera sabremos cómo llevarlo, a nuestra propia forma.

Nayeon poseía una gran sonrisa en su rostro y se lanzó a abrazar a Jeongyeon, por primera vez, no la traspasó al contacto, sino que más bien pudo sentirse como un abrazo real. Estaba feliz, nunca en su vida había sentido algo tan fuerte como esto, ni con su primera —y única— novia. Su relación pasada fue bonita, sí, pero también hubo un poco de manipulación al ser tan jóvenes y no lo suficientemente maduras para tener una relación estable. Ahora, podría tener la experiencia de tener una novia, siendo madura y ya adulta; dejando de lado el gran detalle de que era un fantasma.

— Jeongyeon, quiero ser tu novia... ¿Quieres ser mi novia? —preguntó, con euforia. Al pasar de unos segundos sin respuesta, entró en pánico. Había sido demasiado rápido.

— Fuiste un poco más rápido de lo que esperaba, pero sí, Nayeon, quiero ser tu novia —asintió entre risas.

Ambas se fundieron en un abrazo, no sentían la calidez de éste, y Jeongyeon claramente no pudo sentir bien a Nayeon, pero se conformaban con que, al fin y al cabo, era un abrazo, y que no estaban traspasándose.

— Joder, te besaría ahora mismo si pudiera —dijo la menor, con una gran sonrisa en su rostro.

— Algún día, Jeong, ¿quién dice que mañana no despierto con vida? —sonrió ella, mostrando sus dientes delanteros.

A Jeongyeon le causaba ternura el hecho de que Nayeon pareciera un conejo, tenía una hermosa sonrisa con sus dos dientes delanteros sobresaliendo, sus mejillas se abultaban y sus ojos se hacían una línea. Se veía tremendamente adorable y solo quería apretar sus mejillas y besarla. Sabía que, algún día, podría cumplirlo, quizás siguieran juntas al envejecer, y cuando la más joven deba partir, se reencuentren en el más allá, o en forma de fantasmas, de ser el caso en que Nayeon aún no haya decidido subir.

Sería difícil, un tanto raro y definitivamente loco, pero estaban dispuestas a todo por estar juntas, se amaban más de lo que aceptaban. Su hilo rojo estaba conectado, tal como la leyenda dice. Es lamentable que la vida de una de ellas haya sido interrumpida y quitada antes de tiempo. En los verdaderos planes, eso no debía ocurrir así, pero una malvada persona decidió entrometerse en el destino y los sueños de una joven de tan solo 20 años de edad.

— Jeong... Estoy muerta, ¿eres consciente de ello? —preguntó, separándose de los brazos de su amada—, ¿puedes vivir con una novia... así?

— Lo soy, amor, y aun así me enamoré de ti. No te cambiaría por nadie más... Claro que me gustaría que estuvieras aquí conmigo, con vida, pero estoy dispuesta a todo si es contigo.

La sonrisa de Nayeon se ensanchó, no había experimentado el ser una parte importante en el corazón de una persona —románticamente hablando—. Sus mejillas ardieron y solo pudo cubrírselas con sus manos, causando una carcajada en Jeongyeon, al oírla casi pudo sentir su corazón latiendo nuevamente. Su aura se volvió rosa, el color del amor, muy pocas veces era posible ver el aura de un fantasma, ya que éste solo aparecía en cuanto la emoción sentida era tan fuerte e intensa que de alguna forma debía salir a relucir. 

Jeongyeon se percató de ello, dejando su risa de a poco y separando sus labios ligeramente. Mentiría si dijera que no se impresiona cada vez más con Nayeon, siempre había cosas nuevas por aprender de ella, pero adoraba eso, no se aburría jamás, para ser honesta; quería descubrir todo de ella, todos sus lados. Aunque verla enojada la asustaba un poco, no quería que ese momento llegara.

Por el resto de la noche estuvieron juntas, durmieron lo más cerca que pudieron de la otra, y al fin Jeongyeon sentía la dicha de dormir junto a alguien que amas. Alguien por quien su corazón se acelera al oír su voz, y ahora con tan solo verla. Siempre presenció lo bonito de la relación de sus mejores amigas, ella misma había tenido novias anteriormente y había compartido cama con ellas, pero había pasado tanto tiempo desde la última vez que ahora lo sentía como algo nuevo, algo refrescante, diferente tal vez. Sentía una gran sensación de calidez en su pecho que la hacía sentir como que se encontraba en el lugar indicado, con la persona indicada.

 Sentía una gran sensación de calidez en su pecho que la hacía sentir como que se encontraba en el lugar indicado, con la persona indicada

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psicofonías; 2yeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora