🍂 ; catorce

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Jihyo y Sana llegaron al poco rato

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Jihyo y Sana llegaron al poco rato. Quisieron hacerle compañía a Jeongyeon debido al estado de salud de ésta última; no saldría del hospital por un buen rato, al menos hasta que los doctores lograsen detectar qué estaba causando tantos problemas. Llevaron snacks que los médicos aprobaron y tazas de cerámica para pintar y distraer a su amiga.

Jeongyeon realmente disfrutó con ellas, mientras Nayeon se fue a visitar a Momo, ya que llevaba un par de días sin hacerlo. Jihyo y Sana hicieron todo lo posible por hacer reír a Jeongyeon, sabían que a la mayor de las tres no le gustaba enfermarse, y mucho menos estar tanto tiempo en un lugar que no fuese su propio hogar. Por lo que, estuvieron horas allí, hablándole de todo e incluso repitiendo cosas que la chica ya sabía, solo para alejar su mente de aquel lugar tan desesperanzador.

Precisamente la habitación en la que Yoo se encontraba era un tanto triste, ella se encontraba conectada a un montón de máquinas y enfermeras entraban a revisar su estabilidad de vez en cuando, le sacaban sangre con frecuencia o venían doctores diciendo por milésima vez que algo sucedía con ella, pero que aún no eran capaces de averiguar con exactitud de qué se trataba.

Jeongyeon estaba pálida, tenía ojeras visibles, vomitaba y se mareaba con frecuencia durante el día, pese a que los medicamentos mejoraban considerablemente su condición, no evitaba por completo que éstos episodios de síntomas ocurrieran. Su cabeza dolía y estaba bastante más delgada pese a mantener un buen apetito. Cualquiera que entrara a esa habitación de hospital se deprimiría de ver el estado de la joven. Pareciera que con los días que pasaban, su condición empeoraba.

De pronto, pareció recordar lo que Nayeon dijo: «Morirás, a menos de que te alejes de mí». Y le pareció correcto comunicárselo a sus dos mejores amigas. Si se iba a ir, ellas, más que nadie, debían saberlo.

— Chicas, no creo que dure mucho tiempo aquí —dijo Jeongyeon, terminando de darle los últimos toques a su taza.

Sana y Jihyo se miraron entre sí, no sabiendo si habían entendido bien las palabras de la chica en la cama. Los ojos de Jihyo inmediatamente se llenaron de lágrimas, las cuales trató de ocultar con una sonrisa forzada, negando con su cabeza.

— No digas esas cosas, Jeongyeon. Vas a salir de este hospital e irás a casa, ¿si?

Yoo negó, una sonrisa nostálgica se hizo presente en su rostro. Tomó una mano de cada una y suspiró:

— Eso no sucederá, Hyo. Lamento mucho que deba ser así, pero no quiero renunciar a Nayeon...

— ¿Nos puedes explicar, cariño? —Sana pidió con suavidad, acariciando la mano de Jeongyeon.

— Con Nayeon estamos alterando el orden natural de las cosas, como debe ser y todo eso... —las chicas comprendieron por dónde iba la conversación, causando lágrimas en ambas—. Nuestra relación va más allá de algo ordinario, es obvio; ella está muerta y yo viva, pero nuestro amor también traspasa eso, chicas. Yo no me veo capaz de dejarla ir, no quiero alejarme de ella y que ella deba subir para salvar mi vida. La quiero a ella, y si debo dar mi vida para poder seguir juntas, lo haré.

psicofonías; 2yeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora