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NAGI SEISHIRO ✩ ˛˚ .
Nagi siempre había estado obsesionado con tus muslos.
Le encantaba lo afelpados que eran, lo suaves que se sentían entre sus dedos y, sobre todo, le encantaba lo bien que se sentían cuando frotaba su polla entre ellos.
A veces, cuando ustedes dos se acostaban para abrazarse, sentían que él comenzaba a mover sus caderas hacia las suyas, capas de ropa aún los separaban a los dos e, incluso entonces, podías sentir su polla endurecerse debajo de ellas, su creciente erección chocando contra tu culo rítmicamente, gemidos bajos y prolongados escapando de los labios de tu novio. Al principio no le prestabas mucha atención, casi lo ignorabas, dejándolo divertirse hasta que se desesperara más, cuando Nagi te agarraba de las caderas, con el pecho presionándote contra la espalda mientras básicamente te follaba a través de la ropa, pero en algún momento eso también dejaba de ser suficiente, por lo que las capas comenzaban a desprenderse, dejándolos a los dos desnudos, y su polla babeante encajada entre sus muslos calientes.
Nagi lo deslizaba lentamente al principio, casi como si realmente te estuviera follando la vagina y quisiera que te ajustaras a su tamaño. Sus embestidas eran casi perezosas, porque al principio siempre tenía la intención de que fueran solo juegos previos, no algo que los llevara a los dos a un clímax, pero, de nuevo, también siempre se excitaba demasiado, demasiado interesado en lo bien que se sentía frotarse contra la parte interna de los muslos, y todo eso se iba por la ventana cuando la lujuria nublaba su mente demasiado intensamente. Mientras empujaba contra ti, Nagi podía sentir cada vez que tus músculos se tensaban o cuando tu clítoris se contraía entre tus pliegues, y de alguna manera eso solo lo hacía querer ir más rápido, ayudándote a buscar tu subidón mientras buscabas el suyo. Te abrazaba más, gemía en tu cuello mientras se comía cada gemido que se deslizaba por tus labios, y finalmente, cuando su nombre comenzaba a salir arrastrado de tu boca y tus caderas comenzaban a doblarse hacia las suyas, él sabría que estabas cerca, inmediatamente te agarraba aún más fuerte y se movía aún más rápido. solo se detenía cuando sabía que habías tenido un orgasmo y su semen estaba pintando tus muslos.
