-AÑO 433 A.C -ATENAS-
La armadura reluciente maravillaba los ojos del muchacho, reflejando el brillo sobre los pisos de cuarzo, el simple hecho de poder tocarla ya era una pasión que lo sacaba del mundo real. El espectador de aquella maravillosidad era un chico de una contextura delgada pero marcada, muy similar a la de un deportista novato, este observaba con satisfacción cada detalle grabado en la armadura.
"Veo tu regreso una y otra vez hijo mío. Vienes a honrar su memoria, se paciente que algún día serás suficientemente fuerte para cargarla." Un hombre de larga estatura, parado detrás del chico sostuvo su hombro haciendo que este voltee su mirada. "¿Cuándo será el momento padre?" el muchacho preguntaba con ansias a lo que el hombre respondió con una ligera sonrisa.
"Portar una armadura no solo se trata de ser fuerte en el campo de batalla, se trata de entenderla, entender los ideales que esta transmite tanto a tu aliado, como a tu enemigo. Eso es lo que hace a un buen soldado y a un buen líder." Exclamó el padre con palabras de orgullo.
"Democracia, ¿verdad?. Ese es nuestro deber." Respondió el chico en un intento de entender a lo que se refería su padre.
"Ese era el ideal que defendía tu abuelo y el que defiendo yo, tanto en la batalla como en la política." Hizo una pausa en sus palabras para observar aquel bronce. "Es el deber del pueblo a decidir y de ser escuchados por hombres como nosotros, hombres que nos conocemos a nosotros mismos, comprendemos nuestras verdades así como también verdades ajenas. Una vez te conozcas a ti mismo, una vez escapes de tu caverna, podrás conocer todo lo demás y así serás más que capaz de portar esta armadura."
El padre se acercó a la armadura y retiró con cautela un colgante grabado con el búho de la sabiduría por debajo del casco dorado. "Póntelo, empieza tu tarea desde hoy sé grande hijo, lleva a tu pueblo a evolucionar." Los ojos del muchacho se abrieron en inspiración, recibió el collar y se lo colocó con orgullo, el deber de un ateniense siempre será defender la democracia por la que se construyó esta sociedad.
- AÑO 429 A.C -GOLFO DE RHIUM-
La brisa del mar se reflejaba en la cresta de los soldados, moviéndose en dirección al viento mientras las olas con transparencia cristalina hacían rechinar la madera del Trirreme. La maresía del verano haciéndose presente en todo el barco.
Dos soldados se encontraban pies sobre la popa observando a la tripulación que trabajaba frente a ellos. "¿Como lo ves?" Preguntó uno de los soldados, con vista hacia el hijo del general sentado en estribor, reposando en el silencio."Se ha pulido, en estos últimos veranos se ha dedicado a la lectura y cada día me comprende mejor. No," Se formó una suave sonrisa en el rostro del hombre. "Se comprende mejor." Respondió con una mirada de orgullo al ver a su hijo, había crecido, llevaba la delgada contextura pero ahora se encontraba mucho más marcado como si ya llevara un tiempo adentrado en el mundo de los adultos.
"Estoy de acuerdo, ha recolectado mucha información, probablemente sea más capaz que nosotros algún día. Aunque..." El soldado hizo una pausa y miró al horizonte donde unas velas negras y rojizas se avistaban a lo lejos. El silencio hizo notable el sonido de la brisa marítima, a lo que el padre giró hacia su compañero en curiosidad. "Aunque ¿qué?"
"El estudio en tiempos de paz es una cosa, pero no te preocupa que esta guerra lo transforme? No solo a él si no a la percepción de sus ideales. Todas nuestras reacciones pueden cambiar dependiendo de la situación." Las palabras sin duda lo sorprendieron, dejándolo pensativo
El general miró al rededor, observando los bellos campos verdosos que rodeaban el golfo, lo turquesa de las aguas y la flota que ahora él comandaba. Como si estuviera recordando algo. "Creo que entiendo a que te refieres, sin duda a veces es difícil mantener la base de los principios cuando uno se encuentra en un conflicto, interno o externo es difícil, sobre todo cuando nos enfrentamos a hombres tan diferente como lo son los espartanos. Sé que le falta experiencia, pero también sé que con el tiempo será alguien grande." Respondió el padre viendo con orgullo como su hijo izaba las velas del barco, preparándolo para el avance. "Espero que así sea." Respondió su teniente con un suspiro bastante discreto, dejando espacio al sonido de los remos los cuales empezaban a barrer el mar.
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El Corintio
Historical FictionLos dioses parecen ser indiferentes, dejando a la humanidad a merced de sus propios demonios. Giles, un intruso en el teatro de guerra, se vio forzado a adaptarse a un mundo donde la línea entre la moralidad y la supervivencia desaparecía más con ca...