Capítulo 1: El sonar de los tambores

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Luffy había caído.

En un momento estaba cargando hacia Kaido, con la Pistol Kong sobre su hombro, listo para enfrentarse al Thunder Bagua del Rey de las Bestias.

Al siguiente, estaba en el suelo, con la cabeza dándole vueltas y el cuerpo dolorido.

Se estremeció. Sus músculos no respondían, su peso estaba pegado al techo destrozado de la Cúpula de la Calavera y sus extremidades protestaban ante cualquier intento de incorporarse. Le resultaba difícil discernir la cadena de acontecimientos que le habían conducido hasta allí. Si realmente lo intentaba, recordaba a un agente del CP0, la severa orden de "Cuerpo de Hierro", una fuerza mucho más fuerte que la gravedad haciendo añicos un cráter alrededor de su forma tendida.

Tenía que levantarse. Tenía que hacerlo. Sus Nakamas estaban en peligro. Tenía que protegerlos. Había que vengar a los samuráis. La gente de Wano contaba con él, el gruñido de sus estómagos resonaba en sus oídos, ahogando el...

Oh.

El ruido del asalto a Onigashima había desaparecido.

Atrás quedaban el choque de espadas, los gritos de los soldados, los chillidos de Big Mom y la risa chirriante de Kaido. ¿El chasquido de la tierra cuando Law blandía proyectiles de roca? Desapareció. ¿El zumbido mecánico cuando Kid acumulaba metales? Desapareció. No había rastro del aura ardiente de Zoro ni de las guadañas chillonas de Killer.

No, había un silencio absoluto.

Ni siquiera podía oír los latidos de su corazón, el sonido del aire entrando y saliendo de sus pulmones...

No respiraba.

Su corazón permanecía inmóvil en su pecho.

Entonces, cortando el silencio sofocante, una risa.

Lo que despertó su interés, sin embargo, fue que el sonido le resultaba inquietantemente familiar, una risa que Luffy había oído casi a diario. No era uno de sus Nakamas. No era Dadan. No era el abuelo.

"Shishishi."

Era su propia risa.

Luffy necesitó toda su fuerza de voluntad para sentarse, con los huesos y los músculos protestando a cada tirón. Luffy esperaba la descarga de adrenalina en sus venas, la sensación de determinación bombeando a través del dolor, pero nunca llegó. Luffy se dio cuenta de que podía sentir su sangre inmóvil y estancada en su interior, que se agitaba con sus movimientos, que su corazón no lograba hacer circular su cuerpo.

Miró al hombre que tenía frente a él, e inmediatamente registró varias rarezas, lo cual, teniendo en cuenta todo lo que Luffy había visto en el Grand Line y en el New World, ya era mucho decir.

En primer lugar, el hombre brillaba bajo los rayos de la luna llena... O tal vez era algo interno, algún tipo de poder, porque parecía emitir su propia luz. Tenía que ser algo más que la tela de su ropa. Ni el más brillante de los blancos brillaría así, no pintaría su piel con una palidez tan deslumbrante. Claro que el cielo nocturno estaba iluminado en lo alto de la Cúpula de la Calavera, y la luna se reflejaba en diversos ángulos de piedra que enmarcaban los cráteres que cubrían el campo de batalla vacío, pero aquello era algo completamente antinatural.

Una extraña nube plateada flotaba sobre los hombros del hombre, como una especie de bufanda que se enroscaba bajo sus brazos. Junto con su cabello brillante y luminiscente, que se alzaba hacia el cielo como las llamas, con mechones en espiral como el familiar dibujo de una fruta del diablo, parecía casi una corona de humo alrededor de una cabeza de fuego, tan ardiente como la traviesa alegría de sus grandes ojos, arrugados en forma de media luna por la fuerza de su sonrisa de Cheshire.

Eclipse Total del Corazón - LawluDonde viven las historias. Descúbrelo ahora