001: come on, little sunshine

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001: come on, little sunshine


Sophia deslizó la pluma sobre el pergamino una última vez, firmando la carta para Cedric, luego corrió hacia la ventana de su habitación y se la entregó a Cerbero, que la tomó con su pico justo antes de salir volando. Ni siquiera tuvo que decirle a quién enviársela.

A Sophia ya no le sorprendía la aptitud intelectual de su lechuza.

―Sophia, tu madre y yo seguimos esperando ―su padre tocó la puerta, respetando la regla de los tres segundos antes de pasar. La observó con una sonrisa cómplice―. Como la hagamos esperar más puedo jurarte por Merlín que no hará ese rico pastel de fresas para la cena.

Ambos sabían que eso era mentira, estaban en sus vacaciones familiares y ellos jamás permitirían que nada las arruinase. La familia Black respetaba mucho la tranquilidad que ir de visita a la playa les traía a todos, lejos del mundo mágico, lejos de las responsabilidades; ahí eran solo ellos, una familia con intenciones de disfrutar en privacidad quienes eran fuera de las etiquetas que el mundo les diera. No eran la familia Black, Sophia no era la estudiante estrella de Hogwarts, Sirius no era el patriarca de una de las dinastías más adineradas del mundo mágico y Katherine no era señalada entre cuchicheos como una mestiza arribista.

Sin embargo, los dos disfrutaban de hacerse bromas constantemente el uno al otro. Sophia agradecía el poder decir que su padre era como su segundo mejor amigo. Porque el primero era Cedric, obviamente.

―Disculpa, querido padre, pero creo que estás confundido ―Sophia fue hasta su tocador para revisar una última vez su atuendo de verano. Estaba ansiosa por pisar la arena de nuevo y dejar que el sol se colase por cada poro de su piel―. Quizás quisiste decir que no te dará a ti del pastel, por llegar dos días después que nosotras y hacernos esperar a las vacaciones.

Se giró para escudriñarlo, aún tenía curiosidad de las razones del retardo de su padre, pero no iba a preguntar al respecto si es que ese asunto no le concernía según ellos. Los amaba y respetaba lo suficiente para no querer ni sentir la necesidad de retarlos, ella solo estaba bromeando con él, como tanto le gustaba.

―¿Eso que detecto en ti es la voz de una adolescente irreverente? ―Sirius entornó sus ojos grises sobre ella, escudriñándola justo antes de saltar sobre su hija y comenzar a hacerle cosquillas. Sophia intentó separarse de forma inútil, rogando por piedad entre risotadas incontenibles.

Fue después de unos segundos que por fin la liberó. Sophia tuvo un lindo deja vú, aquel era como un ritual entre ellos. Desde que tenia memoria su padre disfrutaba de atacarla como el monstruo de las cosquillas, y aun cuando su hija estaba más cerca de convertirse en una mujer hecha y derecha que de seguir siendo la pequeña niña a la que le enseñaba a jugar quidditch, él continuaba mostrándole amor por igual.

Sirius siempre estaría agradecido de la familia que había podido formar junto al amor de su vida. Por mucho tiempo vivió aceptando la realidad de que alguien como él no podría entrar en el panorama en el que hoy vivía. Sin embargo, la vida había dado muchas vueltas, y por alguna razón lo llevó hasta donde estaba ahora, no iba a desaprovecharlo.

―¡Papá, me despeinaste! ―se quejó, sin ningún reproche verdadero en su voz, entre risas.

―Eres mi cachorra, tu cabello tiene el derecho de ser tan rebelde como lo desee.

―Si, claro, creo que prefiero ser el lindo rayo de sol de mamá, ¿sabes?

―Eso dolió ―Sirius se llevó una mano al pecho―. Además, estás perfecta tal y como eres, ¿crees que no me doy cuenta de la hermosa hija que tengo? Estoy más que preparado para acechar a cualquier chico que quiera acercarse a ti.

Ambos rieron, él había formulado una extraña mueca que intentaba parecer atemorizante, pero que terminó siendo graciosa. Sophia negó, acercándose a coger su bolso para que se fueran de una vez por todas a la playa.

―Claro, señor lobo feroz, ¿debo decirle al tío Remus que estás intentando robarle el puesto, acaso?

―No bromeo, cachorra, soy muy consciente de que tienes a más de un chico enamorado de ti en Hogwarts. Era algo imposible de evitar, en definitiva, eres la hija de tu padre.

Sophia sacudió la cabeza, sin negar la afirmación de su padre porque bien sabía que no era mentira. Por un momento se preguntó el cómo él conocía tal información, pero poco le duró el interés.

―Vayámonos de una vez antes de que te acuse con mamá por decir eso.

La sonrisa de Sirius se rompió, observando a su hija con atención, la señaló como quien señala a quien no identifica como amigo o enemigo.

―No serías capaz. Te castigaré si lo haces.

―Y yo te haré ojitos si me castigas.

Se miraron como dos oponentes dignos, adentrándose en el papel de quien está preparado para la guerra. Eso hasta que la puerta se abrió una vez más y por ella entró Katherine, su madre.

―¡Ustedes dos! Vaya que son padre e hija ―murmuró, deteniéndose a observar mejor la escena y estrechando sus labios pensativamente ―. Díganme que no llevan todo este tiempo jugando a la guerra de miradas ―sonrió, reconociendo ella misma que eso era los más probable. No esperó respuesta antes de posar sus ojos miel sobre Sophia―. Rayo de sol, llevamos media hora esperándote, sé cuánto te importa vestirte bien y lo respeto, pero si no nos vamos ahora no quedara sol para nosotros cuando lleguemos. Y tú...

Sirius, previendo la situación, fue hacia su esposa y, tomándola de la cintura, la calló con un tierno beso antes de que pudiera decir nada.

―¿Yo? ¿Te refieres a tu lindo esposo, padre de nuestra hermosa hija, el hombre de tus sueños, el amor de tu vida?

Sophia no pudo evitar reírse de las extrañas pero factibles estrategias de su padre para siempre mantener feliz a su madre y zafarse de regaños. 

𝐓𝐎𝐗𝐈𝐂; 𝐝𝐫𝐚𝐜𝐨 𝐦𝐚𝐥𝐟𝐨𝐲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora