2: Escapada.

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Desde pequeña tuve que acostumbrarme a siempre estar alerta, a pasar desapercibida y mantener un perfil bajo. También fui educada para portar el apellido Pussett con honor, mantengo las agallas de los hombres y mujeres que le dieron reconocimiento a nuestro apellido.

Tengo el carácter fuerte e imponente de mi padre y la gracia y el poder seductor de mi madre. Es una combinación perfecta que utilizo a mi favor como estrategia para lograr mis objetivos.

Pero soy conciente de que en esta ocasión no me servirá de nada, pues el hombre frente a mí que me miraba con enfado, es mi padre.

No muestro debilidad ante él, las alertas en mi cabeza no me permiten relajarme, así que mantengo mi postura rígida. Mi máscara de inferencia se mantiene aún después de escuchar su voz calmada y estridente pronunciar un:

—Cierra la puerta y toma asiento.

Ni siquiera un saludo cordial, se nota el amor que siente por su hija. Lo miro un par de segundos pretendiendo ser indiferente, pero la realidad es que me estoy muriendo de los nervios y mi respiración es irregular.

—Tenemos un tema importante que tratar.

Creí que se refería a lo que sucedió anoche, nunca me imaginé que el rumbo de la conversación sería completamente diferente.

Tomo asiento frente a él y sin bajar la mirada, guardo silencio, esperando a que comience.

—Tendremos visita esta noche. Tu madre y tus hermanas están organizando todo y debemos aprovechar el momento para hablar sobre ti —dice sin mirarme.

—¿Sobre mi?— pregunto desconcertada.

No dice nada más y eso hace que mis nervios se disparen.

Nos quedamos en silencio por unos segundos que parecen horas. Yo esperando a que conteste mi pregunta y él, buscando algo entre sus archivos.

Me mira a los ojos y me extiende una carpeta, la tomo con las manos temblorosas esperando a que la suelte, pero no lo hace de inmediato. El nudo en mi garganta me impide hablar, aún así no bajo la guardia y me mantengo firme hasta que él suelta la carpeta.

“¿Qué es ésto?"

Mi padre parece despreocupado, junta sus manos mientras entrelaza los dedos y los descansa en el escritorio. Por mi parte, acomodo la carpeta frente a mí y paso mis manos por mi vestido.

Soy una mujer independiente, o al menos trato de serlo ya que en este mundo de corrupción ningúna mujer lo es.

No soy libre de tomar mis propias decisiones, pertenezco a un rebaño de ovejas que siguen la línea sin saber que están siendo controladas por un ser superior. Eso lo verifiqué justo en este momento, cuando al abrir la carpeta encontré lo que menos imaginé.

Una parte de mí se niega a creerlo, quiero pensar que es solo mi imaginación y lo que tengo entre mis manos no es un contrato de matrimonio con mi nombre escrito.

—¿Qué…? —Ni siquiera soy capaz de terminar la oración. Mi respiración se entrecorta y el aire queda estancado entre mis pulmones.

—Es tu acta de matrimonio. —Miro a mi padre con incredulidad mientras sus palabras se esconden en lo profundo de mi mente.

Matrimonio, matrimonio, matrimonio.

Cada letra se clava en mi cerebro como dagas lanzadas con toda intención de lastimarme.

Siempre supe que este día llegaría, desde pequeña fuí informada sobre este acuerdo, nunca tuve la opción de elegir y el matrimonio en mi mundo no es más que un acuerdo, uno en donde las mujeres solo somos monedas de cambio, el imperio funciona así y para mí desgracia, yo soy parte de él.

matrimonio perfecto. {En Proceso}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora