Escucho mis pasos sobre las hojas secas, un sonido urgente, rápido, un pie tras otro, con una velocidad que ni yo sabía que podía alcanzar. El bosque está tranquilo, duerme bajo la única luz de la luna llena. Un búho ulula en la distancia. Hay una densa cortina de lluvia, y de vez en cuando un trueno hacer retumbar el suelo y el rayo ilumina los árboles donde habitan cientos de animalitos, en casa, calentitos. Seguros.
Mi pie descalzo toca accidentalmente una raíz que sobresale de la tierra y casi tropiezo, no puedo ver bien, pero en el último momento consigo mantener el equilibrio, no puedo caerme, mi vida va en ello. Estoy nerviosa, estoy jadeando, la ropa se me pega a la piel del sudor y el agua y me impide respirar bien, los pies descalzos me sangran y dejo huellas rojizas a lo largo del camino, pero no miro atrás, no puedo perder ni una décima de segundo. Me tiembla cada parte de mi cuerpo y siento que voy a caer inconsciente en cualquier momento, que voy a rendirme a la oscuridad del bosque.
Las ramas de los árboles me arañan la cara y el precioso vestido blanco ahora cubierto en un rojo pasión. Sangre.
No mía, la de mis padres, los cuales he abandonado en el comedor en el cual me crie, inundándolo todo de sangre, manchando el tapiz y todo lo que se encuentra a su alrededor.
Sus ojos ahora con la mirada perdida, las pupilas dilatadas.
El vestido lleva volantes y unos cuidadosos bordados, me lo hizo la abuela para mi décimo tercer cumpleaños.
Tengo el corazón desbocado, en la garganta. El estómago revuelto. Escucho los pasos que me siguen, lentos pero insistentes, rápidos, más que yo. No está lejos.
Esquivo ramas y trato de no pisar rocas o cosas que puedan hacerme resbalar y caer hacia mi trágico destino.
La luz de la luna no es suficiente y sin querer tropiezo con algo y caigo al suelo. Lo noto al instante, me he lesionado el tobillo y no puedo seguir corriendo, alejándome.
La bestia sale de entre los matorrales. Le miro con terror, sudando, intentando que me llegue suficiente aire a los pulmones.
El monstruo me mira con cara de odio.
Me acorrala y da vueltas lentamente a mi alrededor.
Gateo hacia el árbol más próximo para intentar refugiarme.
Pero es demasiado tarde.
La bestia se abalanza hacia mí con las uñas y los ojos inyectados de sangre brillando a la tenue luz de la luna.
ESTÁS LEYENDO
El pozo
HorrorMe sigue, corro por mi vida, pero no sé si será suficiente. Tropiezo, me alcanza. Una corta historia de terror :)