Parte 2

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1 HORA ANTES

Es una tarde preciosa, el sol se despide por el horizonte tiñendo el cielo de lila, azul y amarillo, creando una espectacular escena. Dentro de poco anochecerá y los pájaros corren a esconderse, ya que parece que esta noche lloverá. Estoy en la cocina de la pequeña cabaña de madera donde vivo con mis padres, muy en las afueras de la ciudad.

Mis ojos color miel observan la habitación en la que me encuentro y mis menudas manos hacen cuidadosamente un bocadillo. Me aparto el denso pelo de la cara y voy a ir a la mesa para comerme el bocadillo, pero alguien llama a la puerta.

Me dispongo a abrir y paso por en comedor tocando la suave superficie de la alfombra con mis pies desnudos. Noto una presencia, unos ojos posados en mi nuca, pero cuando me vuelvo no hay nadie. Veo una sombra que pasa por las ventanas, pero no le doy importancia. Mis padres están fuera, han ido a hacer unos recados a unos vecinos. El miedo me empieza vagamente a inundar el pecho.

Vuelven a tocar a la puerta, esta vez con más urgencia, y me acerco a la puerta, toco delicadamente el pomo y seguidamente lo hago girar, dejando que una ráfaga de aire congelado me azote y me haga estremecer. Cierro los ojos y cuando los vuelvo a abrir me doy la sorpresa de confirmar que no hay nadie al otro lado de la puerta, saco la cabeza y miro a los alrededores, pero no logro ver a nadie con la sutil luz que hay fuera de la pequeña cabaña.

Ha empezado a chispear.

Cierro la puerta y doy dos pasos con la intención de volver a la cocina, pero me detengo al escuchar otra vez unas manos insistentemente llamando a la puerta, comienza de golpe, sin aviso previo, y no para hasta que abro la puerta. Mis padres entran, precipitadamente a trompicones en la casa y cierran detrás de ellos la puerta con todos los candados que puedan.

Me quedo atónita.

Y empiezo a gritar y preguntar qué pasa, ahora nerviosa yo también, pero ellos me chistan con urgencia, y al ver el terror en sus ojos paro.

Nos encerramos en casa.

Corremos las cortinas. Cerramos las ventanas. Echamos cerrojos. Pero no me doy cuenta de que nada de esto va a pararle.

El pozoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora