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En aquel día lluvioso en los grandes paisajes de Río de Janeiro, las calles mojadas, mientras hermosas mujeres en bikini salían corriendo de la playa para refugiarse en algún tejado, los hombres en las obras miraban al cielo grisáceo, alegres por ...

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En aquel día lluvioso en los grandes paisajes de Río de Janeiro, las calles mojadas, mientras hermosas mujeres en bikini salían corriendo de la playa para refugiarse en algún tejado, los hombres en las obras miraban al cielo grisáceo, alegres por las refrescantes gotas, para volver después a su trabajo. Río siempre fue un lugar de sol y agua fresca, pero desde que mi madre murió los días se resumen en lluvias, como si la propia ciudad estuviera llorando por su pérdida de alguna manera, lo que Dios se lleva no vuelve.

¿Porque las personas buenas son las primeras en irse?

¿Porque no yo? De todas las personas, quien debería morirse sería yo. Quien mató diversas personas por ganancia y codicia, quien merece estar en el infierno, siendo torturado por tales acciones, pero no, no es así, tiene que ser ella, mi madre, la mujer que dedicó toda su vida a esperar el amor de su vida que nunca volvió a verla ni en sus últimos días de vida, que aun así sonreía al mencionar su nombre.

Grite con fuerza desde el tejado lanzando la lata de cerveza vacía, algunas personas abajo se asustaron mirando a los alrededores.

Joder.

Suspire con fuerza bajando del tejado y esquivando los funcionarios, en especial mi tía que miraba las noticias en su iPad, que por suerte no me había visto, salí a la calle mirando la zona antes, bajé calle abajo llegando a la playa vacía por las lluvias, mojé mis pies, sintiendo mi cuerpo erizar por el frío, pero me haciendo sentir más tranquilo.

- Agua, cerveza, Coca Cola!!! - gritaba un vendedor de mediana edad, así que me acerqué a él comprando dos cervezas.

- gracias joven, con el temporal las vendas van mal hoy - me comentó de forma triste.

- me imagino, pero seguro que va a frenar, estamos en Río de Janeiro, el mal tiempo nunca se queda por mucho tiempo - comenté.

- tienes razón joven, ten un buen día - dijo antes de continuar gritando.

Le observé alejarse y senté en la arena mojada, abriendo la cerveza helada, era de lo mejor. Cogí el móvil mirando mi agenda, desde la estancia de mi madre en el hospital, retrasé muchos viajes y reuniones de negocio, así que tenía mucho de que poner en día, pero no hoy... ni creo que mañana... bueno un día de esos, pensé abriendo mi segunda cerveza sin ni darme cuenta.

- Arthur! - grito una hermosa mujer, retirando sus tacones rojos para entrar en la arena y venir hasta mi - que haces fuera de casa? No me creo que eres tú - confeso arrebatando mi cerveza para tomar un trago.

La miré molesto, pero no dije nada, Zoe era una de las prostitutas que trabajan en mi distrito, la conozco a mucho tiempo, siempre ha sido fiel a mí. Además de la más deseada entre los hombres de poder.

Sangre RusaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora