Consuelo - Gialen

Infiel

Valentin se encontraba entrenando en el predio, horas después que sus compañeros, tratando de no pensar en todas aquellas cosas que le hacían mal. Sin embargo, no lograba alejar la imagen de su novia junto a uno de esos amigos que tan importantes en su vida consideraba; no podía dejar de recrear en su cabeza el momento donde le pedían disculpas con la ropa desordenada en sus cuerpos, los labios hinchados y alguna que otra marca en sus cuellos. Simplemente no podía. Su disparo al arco se desvío unos treinta metros, una lágrima rebelde descendió por su mejilla.

Estaba harto. Quería jugar a la pelota, como antes, siendo aclamado por los hinchas, felicitado por sus compañeros e ídolos. Le dolía no poder, incluso más que la infidelidad y la traición en sí. A días del partido más importante de su vida, del partido con el que tanto soñó mientras gambeteaba a sus amigos en alguna plaza de su barrio luego de la escuela, su nivel era pésimo.

El lo sabia. Todos lo sabían. Inclusive el tecnico lo sabía. Ya lo había dicho: "Yo no se que te pasa colorado, pero así, como estas jugando ahora, no vas a estar ni en el banco en la final. Ponete las pilas que sos mi jugador distinto, no me decepciones ahora, Valentin. Despertate."

Otro tiro volvió a desviarse, quince metros. Se rindo y se dejó caer en el césped frío. Pensó. Miles de momentos se cruzaron en su memoria, los buenos y los malos. Casi pudo esconder su llanto. Casi.

Llevo sus manos a su rostro y lo cubrió por completo con las mismas, mientras dejaba fluir sus emociones. Lloró. Como no lo hizo aquella tarde donde su mundo se desmoronó. Como no lo hizo cada vez que se reencontró con su ex o con su amigo, si es que podía seguir llamándolo así. Como no lo hizo durante esas semanas donde fingió que todo estaba bien, demostró un gran nivel futbolistico e hizo creer a todo el mundo que la situación no le había afectado. Simplemente lloró. Se desahogó.

A lo lejos, Agustin veía a su amigo. Su corazón se rompía un poco más con cada sollozo de Valentin.

Como cada Viernes, Agustín buscaba Valentin a la hora acordada para pasar tiempo juntos. Ya sea en un boliche, jugando a la play toda la noche o simplemente siendo la compañía del otro. Pero hoy, al no recibir ningún tipo de mensaje por parte del colorado, decidió buscarlo en el predio de Ezeiza por su cuenta. Jamás espero verlo en esa situación. No sabía como actuar

Valentin, apenas más relajado, noto la presencia de alguien en el predio y se avergonzó por completo. Creyó que se trataba de los empleados del lugar, pero cuando de reojo pudo ver a Agustín acercándose a él, su intento de aparentar estar bien se desmoronó.

Solo se abrazaron en silencio durante algunos minutos.

– ¿Por qué me hizo eso, Agu'?

Esa pregunta y la voz de Valentin al pronunciarla lo descolocaron. Una sensación de angustia e impotencia comenzó a expandirse por todo su cuerpo, dejandole un mal sabor de boca y los ojos vidriosos.

– Porque no vale la pena Valen. Vos le diste hasta lo que no tenias, siempre le demostraste que la amabas. No lo valoro. No te valoro. No te merece

Pero Valentin no estaba conforme. Nadie a quien le den todo y más podría faltarle algo, y a su ex le faltó. Tal vez si hubiese pasado más tiempo con ella, si le hubiese dicho "te amo" con mayor frecuencia, si le hubiese hecho aún mas regalos. Tal vez no conseguía hacerla sentir lo suficientemente bien haciendo el amor. Tal vez simplemente no lo amaba. Tal vez él no valía la pena. Tal vez se merecía aquello. Tal vez nunca nadie iba a amarlo. Tal vez no se merecía amor. Tal vez simplemente no servía para esto. Ni para el fútbol. Ni para nada.

– Me quiero morir Agus.

Probablemente estaba exagerado, pero en ese momento el vacío en su corazón solo le permitia pensar que la única solución a tanto dolor era acabar con todo. Sentirse tan poca cosa era desolador. Y es que, tanto su novia como una de las personas en quien más confiaba desde niño, destruyeron su corazón y autoestima en cuestión de segundos.